El sector agroexportador peruano acaba de marcar un hito histórico. Durante 2024, el Perú exportó productos agrarios por un total de US$12784 millones, registrando un crecimiento interanual del 22,1%, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MINAGRI). Las frutas y hortalizas frescas representaron el 52% del total, alcanzando los US$6667 millones, impulsadas por el excepcional rendimiento de cultivos como arándanos, palta, mandarina, uvas, mango y limón.

Lejos de ser una simple cifra récord, este desempeño consolida al Perú como un actor clave en el escenario de la agroexportación global. Sin embargo, el crecimiento trae consigo una nueva etapa de desafíos: ¿cómo sostener esta rentabilidad sin comprometer la sustentabilidad agrícola, la trazabilidad de los productos y la competitividad a largo plazo?

Arándanos, cacao y palta: los reyes del 2024

Entre los productos estrella del año destacan los arándanos peruanos, que generaron US$2299 millones en exportaciones, con un impresionante crecimiento de 35,7% respecto a 2023. Este cultivo, originario de la costa norte (principalmente La Libertad y Lambayeque), se ha convertido en el mayor símbolo del valor agregado en el agro peruano.

Le sigue la palta, que sumó US$1324 millones, con un incremento del 29,2%. El crecimiento en mercados como Países Bajos, España y China consolidó su posición como uno de los productos más estables de la campaña agrícola de exportación.

Pero la gran sorpresa vino del cacao y sus derivados, que crecieron un 199,5% para alcanzar los US$1281 millones. Esta cifra refleja el auge de iniciativas orientadas a producir cacao fino de aroma, con trazabilidad garantizada, y enfocado en nichos de mercado premium.

Más allá del récord: ¿es sustentable este modelo agroexportador?

Aunque las cifras son alentadoras, expertos del sector señalan que el éxito actual podría tornarse vulnerable si no se refuerzan aspectos estructurales como la infraestructura hídrica, la asociatividad de los pequeños productores, el acceso al crédito agrario a través de entidades como Agrobanco, y el impulso a la tecnificación del campo.

"El modelo de agroexportación intensiva necesita repensarse si queremos que sea sostenible. Hay que mirar no solo los volúmenes, sino también el impacto en los suelos, el uso eficiente del agua y la diversificación productiva", afirma un técnico de Sierra y Selva Exportadora consultado por este medio.

Otro punto crítico es la seguridad alimentaria interna. Mientras el Perú exporta productos de alto valor, regiones enteras aún enfrentan desnutrición crónica infantil y limitada oferta de alimentos frescos. Esto plantea el reto de articular el mercado externo con las necesidades locales.

Oportunidades para 2025: innovación, diversificación y mercados emergentes

El desafío para el agro peruano en 2025 será capitalizar este crecimiento sin repetir errores de concentración. Apostar por cultivos nativos con alto valor nutricional, como la quinua, la maca, o el café de especialidad, puede abrir nuevas puertas en mercados exigentes.

Asimismo, el uso de tecnología aplicada a la trazabilidad, como blockchain, y las buenas prácticas agrícolas (BPA) certificadas por SENASA, serán claves para mantener la confianza de los consumidores internacionales.

El impulso a la acuicultura peruana, otro sector con gran potencial, podría complementar la matriz exportadora con productos de alto valor como el paiche, la trucha y los langostinos, en mercados como EE.UU., China y la Unión Europea.