Bolivia

Desconfianza económica y pesimismo en Bolivia: el agro tampoco escapa al malestar ciudadano

La mayoría de los bolivianos cree que el país no progresa y su economía personal se deteriora. El agro, uno de los motores del empleo y las exportaciones, sufre los efectos de la devaluación, la inflación y el clima institucional incierto, según revela el informe "Retrato de una Nación", elaborado por Ipsos Ciesmori.

Una economía percibida en retroceso, también desde el campo

La más reciente encuesta de percepción ciudadana en Bolivia, presentada por la firma Ipsos Ciesmori en el marco del proyecto "Bicentenario de Bolivia: Retrato de una Nación", retrata un país tensionado por la inestabilidad económica, la desconfianza en las instituciones y el temor por el futuro.

Un 46% de los encuestados afirma que les cuesta administrar sus finanzas personales, afectadas por la pérdida del poder adquisitivo, la escasez de dólares y una inflación persistente que encarece los productos básicos. Este escenario golpea de forma directa a productores agropecuarios, que enfrentan costos de insumos dolarizados, baja capacidad de inversión y menor acceso a financiamiento.

Corrupción, desempleo e inflación: los tres ejes del malestar

Según Raphael Villarreal, Country Manager de Ipsos Ciesmori, la corrupción político-financiera, el desempleo y la inflación son los principales factores que preocupan a la ciudadanía. En el agro, estos problemas se traducen en burocracia ineficiente, falta de apoyo productivo y precarización laboral, especialmente en zonas rurales de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.

A esto se suma una creciente desconfianza hacia las empresas públicas y el manejo de los recursos. Productores de diversas regiones denuncian ineficiencia en el apoyo logístico y técnico, falta de inversión en caminos rurales, y escasa cobertura de riego o electrificación agrícola.

Sin dólares ni certidumbre, el agro se frena

El informe señala que los bolivianos demandan certidumbre económica y mejores condiciones para emprender. En el campo, esto significa previsibilidad para la siembra y comercialización, acceso fluido a mercados y políticas públicas que protejan a los pequeños y medianos productores frente a los efectos de la volatilidad.

En un país donde gran parte de la seguridad alimentaria y las exportaciones no tradicionales dependen del agro, la actual situación genera una retracción en la inversión y pérdida de competitividad, especialmente en cadenas como la quinua, el café, los lácteos o los granos andinos.

Gasto público: la población exige reorientarlo a sectores clave

Un dato relevante es que la gran mayoría de los encuestados considera mal administrados los recursos públicos, y pide que se prioricen áreas como educación, salud, infraestructura y empleo.

Para el agro, esto significa fortalecer los institutos técnicos rurales, mejorar la red vial secundaria, invertir en sistemas de riego y crear programas de formación para jóvenes productores. Sin estas bases, difícilmente se logrará una inclusión rural sostenible ni un crecimiento agroindustrial a largo plazo.

Expectativas al 2026: entre la preocupación y la esperanza rural

  • El 45% de la población expresa preocupación por el rumbo del país.

  • La Paz lidera con un 52% de percepción negativa, seguida por El Alto, Cochabamba (45%) y Santa Cruz (41%).

  • La esperanza alcanza un 23%, con Santa Cruz a la cabeza (26%), región donde el agro mantiene dinamismo a pesar del contexto.

En las zonas rurales, los líderes comunitarios y organizaciones campesinas expresan preocupación por el futuro inmediato, pero también destacan el potencial del sector agrícola para liderar la recuperación, siempre que existan condiciones adecuadas.

Un retrato que debe servir para corregir el rumbo

El informe de Ipsos no se limita a datos. Es, como señala Alejandra Candia, su Chief Client Officer, "un espejo en el que Bolivia puede mirarse a sí misma". Para el agro, representa una oportunidad para que el Estado, los gremios y los productores revisen qué políticas deben fortalecerse, cómo recuperar la confianza rural y qué inversión priorizar.

A su vez, Raphael Villarreal resalta que, rumbo al Bicentenario, es esencial que las decisiones estratégicas se basen en las percepciones reales de la población. En este sentido, la voz del agro debe ser parte activa del diálogo nacional, no solo como productor de alimentos, sino como actor económico clave.

Agrolatam.com
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