En el complejo entramado entre alimentación, microbiota y salud, una nueva investigación clínica destaca el potencial de las nueces como agentes preventivos del cáncer de colon. Publicado por la American Association for Cancer Research, el estudio sugiere que los compuestos bioactivos de las nueces, procesados por bacterias intestinales, podrían tener efectos antiinflamatorios significativos, especialmente en personas con obesidad.

Liderado por el Centro de Oncología Molecular de la Universidad de Connecticut, el estudio se enfocó en la relación entre el consumo regular de nueces y la producción de urolitinas, metabolitos derivados de elagitanninos presentes en estos frutos secos. Estas sustancias son generadas por la microbiota intestinal y han demostrado modular la inflamación y la inmunidad en el colon.

En una cohorte de 39 participantes, se observó que quienes producían mayores niveles de urolitina A mostraban una disminución de marcadores inflamatorios como el péptido C, moléculas de adhesión solubles y factores de crecimiento. Asimismo, se registró un incremento de la hormona péptido YY, vinculada con la saciedad y la salud intestinal, junto con una tendencia a la baja en los niveles de la citocina inflamatoria TNF.

Mediante técnicas de imagen espacial en tejido colónico, los científicos identificaron una menor expresión de genes asociados a inflamación e inmunidad en individuos con altos niveles de urolitina A. Esto sugiere que una dieta rica en nueces podría inducir cambios beneficiosos a nivel celular en el colon.

 Los hallazgos refuerzan la idea de estrategias de nutrición personalizada basadas en el microbioma intestinal. En este contexto, las nueces emergen no solo como un superalimento por su perfil nutricional, sino también como potencial agente preventivo contra una de las formas de cáncer más comunes y letales en el mundo.

Este estudio pionero reafirma el impacto de la interacción entre dieta y microbiota en la prevención de enfermedades crónicas. Si bien se necesitan investigaciones más amplias para confirmar estos efectos a gran escala, los datos iniciales invitan a repensar el papel de alimentos funcionales como las nueces en las estrategias de salud pública.