Crisis agrícola Rusa: Impacto global y lecciones para América Latina
Rusia enfrenta un desplome sin precedentes en su producción de granos -una caída de 12,7MMT en las cosechas- debida a condiciones climáticas y malas políticas internas. ¿Qué riesgo supone esto para los mercados globales y qué puede aprender América Latina para fortalecer su propia resiliencia agroalimentaria?
Rusia, uno de los principales exportadores de trigo del mundo, atraviesa una crisis agrícola que amenaza con alterar los flujos comerciales globales. Las cosechas de cereales y leguminosas hasta julio sumaron apenas 3,8 millones de toneladas, una caída de 12,7 millones frente al mismo período de 2024. El rendimiento medio también se redujo un 24 %, de 41 a 31 centenares por hectárea. Atribuida oficialmente al mal clima -heladas, sequías, granizo- la crisis también expone deficiencias estructurales: falta de inversión, políticas restrictivas, costos financieros elevados y presión interna sobre precios.
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Este escenario no solo tiene implicancias locales. Los mercados internacionales, ya tensionados por conflictos y cambios de consumo, pueden verse aún más afectados si el volumen exportable ruso disminuye. Ante esta situación, América Latina debe preguntarse: ¿está preparada para ocupar ese vacío? ¿Qué errores debe evitar y qué fortalezas debería potenciar?
Factores Clave: Políticas y Clima
A pesar de que el Kremlin responsabiliza al clima, la caída en la producción también responde a factores internos. La regulación estatal de precios y los aranceles a la exportación han erosionado la rentabilidad. Muchos agricultores rusos han abandonado el cultivo de trigo por alternativas más viables como legumbres y girasol. A esto se suma el elevado costo del crédito, con tasas del 20 al 25 %, que ha paralizado la inversión.
Estas condiciones deterioran la competitividad rusa y abren oportunidades en otras regiones productoras, como América Latina, que gozan de mayor estabilidad climática y acceso creciente a tecnologías agrícolas.
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América Latina: ¿Listos para el Desafío?
La región cuenta con una ventaja comparativa en la producción de commodities agrícolas, pero enfrenta desafíos similares: dependencia climática, déficit logístico y marcos regulatorios heterogéneos. La lección rusa es clara: sin políticas activas de inversión, diversificación y tecnificación, incluso los gigantes pueden tambalear.
Estrategias para la Resiliencia Regional
La caída rusa debe ser interpretada como un llamado de atención para los países agroexportadores latinoamericanos. Algunas acciones clave:
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Diversificación productiva: promover rotación de cultivos y valor agregado.
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Inversión en infraestructura: mejorar puertos, almacenamiento y vías rurales.
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Agrofinanzas accesibles: fortalecer créditos rurales y seguros climáticos.
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Sustentabilidad certificada: trazabilidad, agricultura regenerativa y reducción de huella hídrica y de carbono.
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Fortalecimiento de acuerdos comerciales: T-MEC, MERCOSUR, Alianza del Pacífico y tratados bilaterales.
La crisis rusa ilustra cómo factores climáticos y decisiones políticas pueden desencadenar un colapso en la producción agrícola, incluso en países históricamente fuertes en el sector. América Latina tiene una oportunidad estratégica para consolidar su liderazgo agroalimentario, siempre y cuando fortalezca su capacidad de respuesta climática, promueva la innovación y apueste por marcos normativos estables y previsibles.
El agro latinoamericano no solo debe mirar al presente inmediato, sino proyectar un modelo sustentable, competitivo y adaptativo para enfrentar los desafíos de un mercado global cada vez más volátil.