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EE.UU. y China reactivan negociaciones para evitar guerra arancelaria

Altos funcionarios económicos de EE.UU. y China se reunieron en Estocolmo para extender por 90 días la actual tregua comercial, en medio de un tenso contexto geopolítico y con el objetivo de allanar el camino a un posible encuentro entre Trump y Xi Jinping en los próximos meses.

Los gobiernos de Estados Unidos y China retomaron este lunes en Estocolmo las negociaciones para prorrogar la tregua comercial que expirará el 12 de agosto, evitando así el resurgimiento de aranceles punitivos que amenazan con desestabilizar el comercio mundial y golpear a industrias clave como la agrícola y la tecnológica.

El jefe del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, encabezaron las delegaciones que se reunieron en la sede del gobierno sueco, en una ronda que busca mantener el flujo de minerales críticos y sentar las bases para un posible encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping en octubre o noviembre.

El representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, rebajó las expectativas de avances inmediatos: "No espero un gran avance hoy. Se trata de monitorear la implementación del acuerdo actual y asegurar el flujo de minerales estratégicos", declaró a CNBC.

El encuentro se produce tras el reciente acuerdo arancelario entre EE.UU. y la Unión Europea, que fijó un 15% de impuesto para la mayoría de las exportaciones europeas, incluidos los automóviles. Esto ha elevado la presión sobre China para lograr una reducción de aranceles y controles a la exportación de tecnología por parte de Washington.

Analistas comerciales consideran probable una extensión de 90 días en la tregua acordada inicialmente en mayo, lo que daría margen para continuar el diálogo y facilitar la organización de una cumbre bilateral entre Trump y Xi.

Según The Financial Times, el gobierno estadounidense ha suspendido temporalmente algunas restricciones a la exportación de tecnología hacia China, incluidas las relacionadas con chips de inteligencia artificial, con el fin de no entorpecer las negociaciones y abrir paso al posible viaje de Trump a Pekín.

Sin embargo, los temas estructurales siguen sin resolverse. Las conversaciones previas en Ginebra y Londres se centraron únicamente en revertir aranceles y restablecer el comercio de tierras raras, pero no abordaron el fondo del conflicto. EE.UU. acusa a China de inundar los mercados con productos baratos bajo un modelo estatal de exportaciones, mientras que Pekín denuncia que los controles tecnológicos estadounidenses buscan frenar su desarrollo económico.

"El objetivo en Ginebra y Londres era simplemente reencauzar la relación," explicó Scott Kennedy, experto en economía china del CSIS. "Aún no se ha entrado en la raíz del desacuerdo."

Bessent ya ha anticipado que una extensión del plazo es probable, y ha insistido en que China debe avanzar hacia un modelo basado en el consumo interno más que en las exportaciones, una meta de larga data para los formuladores de política económica de EE.UU.

EE.UU. y China reactivan negociaciones para evitar guerra arancelaria

Las negociaciones con China son significativamente más complejas que con otros socios comerciales asiáticos. La dependencia global de minerales raros y componentes magnéticos controlados por China, utilizados en la industria militar, automotriz y electrónica, representa un punto clave de presión sobre las industrias estadounidenses.

Por ahora, cualquier escalada arancelaria o reactivación de controles de exportación podría descarrilar la posible visita de Trump a China, echando por tierra los esfuerzos diplomáticos. Estocolmo se convierte así en un puente frágil, pero crucial, para sostener la paz comercial entre dos potencias interdependientes.

Agrolatam.com
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