¿Quién paga la diferencia? El verdadero costo de los Agromercados en El Salvador
El gobierno salvadoreño asegura precios bajos en los Agromercados, pero detrás del beneficio al consumidor hay un subsidio millonario que sale del bolsillo de todos los salvadoreños. ¿Es sostenible esta estrategia?
En El Salvador, los Agromercados se han convertido en un símbolo del acceso popular a alimentos básicos a precios bajos. Sin embargo, el costo real de este beneficio lo están asumiendo todos los ciudadanos a través de un sistema de subsidios que no siempre es transparente ni sostenible.
Según datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería, los productos que se venden en estos espacios -como huevos, frijoles, arroz y vegetales- llegan a los consumidores a precios muy por debajo del mercado. ¿Cómo se logra esto? Con un subsidio directo del Estado, que en muchos casos duplica o triplica el precio real del alimento adquirido al productor.
Por ejemplo, la docena de huevos se vende al público en $1.50, pero el gobierno paga hasta $3.50 por ella al proveedor. Lo mismo sucede con otros alimentos clave, como el arroz y los frijoles, cuyo valor de compra está muy por encima del precio al que se ofrecen al consumidor final.
Un subsidio silencioso, pero costoso
Este sistema de subsidios no figura claramente en el presupuesto general, pero se ejecuta mediante asignaciones directas a través del MAG, generando preocupación entre economistas y analistas fiscales. El dinero para cubrir la diferencia de precios proviene de los impuestos que pagan todos los salvadoreños, incluyendo a quienes nunca compran en los Agromercados.
Además, la falta de una política pública integral y datos sistematizados sobre la ejecución presupuestaria y los beneficiarios del programa dificulta una evaluación objetiva de su impacto real. Mientras tanto, los pequeños productores reciben pagos con retraso y se enfrentan a costos de producción crecientes.
¿Es viable a largo plazo?
Expertos consultados advierten que, aunque el objetivo de garantizar alimentos accesibles es loable, el modelo actual podría volverse insostenible si no se implementan controles más rigurosos y se transparentan los mecanismos de financiamiento.
También señalan que el enfoque debe migrar hacia programas de fortalecimiento agrícola y encadenamientos productivos, en lugar de subsidiar indefinidamente la diferencia de precios.
El modelo de los Agromercados, en su forma actual, puede generar dependencia del subsidio, distorsión del mercado y presión sobre las finanzas públicas. La gran pregunta es si este mecanismo temporal puede transformarse en una estrategia productiva sostenible o si se trata de una solución populista de corto plazo.