Irán en América Latina: ¿alianzas estratégicas o puntos ciegos para EE.UU.?
Mientras crece la tensión entre Estados Unidos e Irán tras los bombardeos en Medio Oriente, Washington redobla la presión diplomática sobre América Latina. Algunos países profundizan sus vínculos con Teherán, mientras otros buscan no exponerse.
Estados Unidos acaba de enviar un mensaje claro: la reciente ofensiva militar contra Irán no se limita al campo de batalla en Medio Oriente. Washington apunta ahora a las relaciones de Teherán con América Latina, instando a los países del hemisferio a definir su alineamiento.
"Cada país tiene que tomar una decisión sobre si va a respaldar a un régimen que es patrocinador estatal del terrorismo", advirtió una funcionaria del Departamento de Estado, reiterando la frase tres veces en un mismo encuentro con la prensa.
Aunque la influencia iraní en América Latina no es nueva, se ha revitalizado desde los años 2000 con visitas de alto nivel, alianzas con gobiernos sancionados por EE.UU. y acuerdos en sectores sensibles como energía y defensa. Venezuela, Cuba y Nicaragua destacan como socios prioritarios de Teherán.
Durante su presidencia, Mahmoud Ahmadinejad visitó regularmente la región, estableciendo embajadas y acuerdos bilaterales. Más recientemente, Ebrahim Raisi reiteró en Caracas que los lazos con Venezuela son "estratégicos", apuntando a expandir la cooperación económica de US$3.000 a US$10.000 millones.
En el ámbito militar, Irán ha aportado tecnología que -según analistas- permitió a Venezuela convertirse en el primer país sudamericano con drones armados de origen iraní.
Más allá de la ideología: intereses convergentes
El especialista Farid Kahhat señala que estas relaciones no se basan en afinidades políticas, sino en una convergencia pragmática entre países sancionados o marginados por Occidente. Sin embargo, advierte que los beneficios económicos reales son limitados y muchas promesas de inversión no se concretaron.
Países como Brasil mantienen relaciones comerciales activas con Irán (intercambio de US$3.000 millones anuales), sin importar si el gobierno es de izquierda (Lula) o de derecha (Bolsonaro). Sin embargo, Brasil también condenó los bombardeos de EE.UU., generando un dilema diplomático.
Argentina, bajo la conducción de Javier Milei, tomó una postura firme. El presidente calificó a Irán de "enemigo de Argentina", recordando su presunta implicación en el atentado contra la AMIA en 1994, que dejó 85 muertos.
¿Reacciones o represalias?
Expertos en Washington advierten que la Casa Blanca podría adoptar medidas punitivas contra los países latinoamericanos que condenaron su ofensiva militar, incluso si no son aliados de Teherán. La académica Cynthia Arnson considera que esto podría reducir la influencia de EE.UU. en el largo plazo, al generar rechazo en gobiernos que perciben la presión como excesiva.