Brasil

Lula confía en resolver el conflicto con EE.UU., pero reafirma su apuesta por China

El presidente brasileño aseguró que el aumento arancelario "se resolverá", aunque volvió a criticar la medida y reafirmó su alianza con Pekín en el marco de una política exterior multilateral.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva expresó su confianza en que el actual impasse comercial con Estados Unidos podrá resolverse "de manera civilizada". Sin embargo, no dudó en renovar sus críticas al gobierno de Washington por la decisión de aplicar aranceles más altos sobre productos brasileños, una medida que, según dijo, "se basa en hechos falsos" y contradice el espíritu de cooperación que debería guiar las relaciones entre ambos países.

Las declaraciones se produjeron este jueves 9 de octubre durante la inauguración de la nueva planta de BYD, la gigante automotriz china, en el Complejo Petroquímico de Camaçari, en el estado de Bahía. Acompañado por autoridades locales y ejecutivos de la compañía, Lula aprovechó el acto para enviar un mensaje a Estados Unidos y, al mismo tiempo, destacar la creciente presencia económica de China en Brasil.

"No tenemos preferencia por ningún país. Lo que queremos es establecer una relación civilizada con el mundo. Por eso defendemos el multilateralismo y por eso no estuvimos de acuerdo cuando Estados Unidos adoptó la postura de gravar los productos brasileños basándose en hechos falsos", afirmó el mandatario. "Creo que nuestro problema con EE. UU. se resolverá", agregó, días después de mantener una conversación telefónica con el presidente Donald Trump, en la que ambos coincidieron en reforzar el diálogo bilateral.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) destacó que Brasil "valora no tener malas relaciones con ningún país del mundo" y que busca mantener vínculos constructivos con todos sus socios regionales y globales. "Queremos tener buenas relaciones con China, con Estados Unidos, con Argentina, con Uruguay y con Bolivia", subrayó.

La inauguración de la fábrica de BYD, considerada la mayor inversión industrial de una empresa china fuera de Asia, fue un escenario ideal para reafirmar el giro productivo que impulsa el Gobierno brasileño. El proyecto recibió una inversión de R$ 5.500 millones (unos USD 1.000 millones) y tendrá una capacidad inicial de 150.000 vehículos eléctricos por año, con posibilidad de duplicar esa cifra en una segunda etapa. La planta ocupará el predio que pertenecía a Ford, cerrado en 2021, y promete generar más de 5.000 empleos directos e indirectos, reactivando la economía local y marcando un hito para la transición energética y la reindustrialización verde de Brasil.

Aprovechando la presencia de autoridades chinas y directivos de BYD, Lula reafirmó su voluntad de fortalecer los lazos con Pekín. "Me considero amigo del presidente Xi Jinping, y estoy seguro de que él se considera amigo de Brasil", declaró, señalando que ambos países se reconocen como naciones centrales del Sur Global, comprometidas con un desarrollo más equilibrado e inclusivo.

"No vamos a permitir que nadie nos meta el dedo en la nariz", dijo en tono enérgico, en una clara alusión a Estados Unidos. "Queremos ser respetados y tratados con gran decencia", añadió, subrayando que la relación con China no busca confrontar a otras potencias, sino abrir nuevas oportunidades de cooperación e inversión.

En el plano económico, Brasil mantiene un superávit comercial con China, que se consolidó como su principal socio desde 2009. Solo en 2024, las exportaciones brasileñas hacia el gigante asiático -principalmente soja, mineral de hierro y carne bovina- superaron los USD 100.000 millones, representando casi un tercio del total de las ventas externas del país. Con Estados Unidos, en cambio, el intercambio ha mostrado tensiones recientes, sobre todo por la decisión de Washington de elevar los aranceles al acero, aluminio y biocombustibles brasileños, medida que generó malestar en el sector industrial y agroexportador.

Para Lula, el multilateralismo y la cooperación Sur-Sur son pilares de su política exterior, una visión que contrasta con la postura más alineada con Washington de gobiernos anteriores. En ese sentido, el presidente insistió en que Brasil "no se subordinará a ninguna potencia" y que su estrategia consiste en diversificar alianzas para garantizar soberanía, desarrollo tecnológico e independencia energética.

"La reunión con BYD representa una demostración de que Brasil está construyendo una nación soberana", afirmó. "Esta fábrica simboliza el futuro que queremos: un país que produce, que genera empleo, que cuida el medio ambiente y que dialoga con todos los pueblos del mundo".

Agrolatam.com
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