Participación laboral agropecuaria Latam: Claves y desafíos en la recuperación Post-Pandemia
Con una participación laboral regional del 62,6 % en 2024, Bolivia y Perú lideran. El sector agropecuario sostiene gran parte del empleo, pero persisten brechas y desafíos
La participación laboral en América Latina se sitúa en un promedio regional de 62,6 % en el segundo trimestre de 2024, según el informe Panorama Laboral 2024 de la OIT. Aunque muestra una recuperación parcial tras la crisis pandémica, esta cifra sigue por debajo de los niveles de 2019 y de hace una década. En ese contexto, el sector agropecuario -clave en el entramado económico y social de la región- emerge como actor fundamental en la creación de empleo y en la reducción de desigualdades, pero enfrenta desafíos estructurales que requieren atención urgente.
Bolivia lidera la participación laboral con 78,3 %, seguida por Perú con 70,2 %, mientras que países como Argentina y México apenas alcanzan entre 60 % y 61 %. Esta estabilidad incipiente en el mercado laboral contrasta con la falta de avance real respecto a 2012, lo que evidencia que la región aún no ha logrado superar los niveles de inclusión económica previos a la pandemia.
Bolivia: 78,3%
Perú: 70,2%
Santa Lucía: 69,7%
Paraguay: 69,5%
Jamaica: 68,8%
Ecuador: 65,7%
República Dominicana: 65,3%
Uruguay: 64%
Colombia: 63,9%
Barbados: 63,5%
Panamá: 63,3%
Brasil: 62,1% Chile: 62,1%
Argentina: 61,1%
México: 60,2%
Costa Rica: 56,2%
- Trinidad y Tobago: 54,5%
La OIT señala que la participación en zonas rurales es 3,2 puntos porcentuales inferior a la urbana. En el caso del sector agropecuario, esta diferencia resulta todavía más crítica, dado que gran parte del trabajo rural está ligado al campo. Además, la participación femenina (52,1 %) continúa muy por detrás de la masculina (74,3 %), lo que revela una desigualdad tanto cuantitativa como cualitativa.
Aproximadamente 40 % del empleo del sistema agroalimentario en América Latina corresponde al sector agrícola propiamente dicho. Esto implica que una proporción significativa de la fuerza laboral -especialmente rural- depende directamente del agro. En países como Bolivia, este sector emplea cerca del 44 % de los trabajadores; en Paraguay, alrededor del 26,5 %; y en Nicaragua, 28 % de la población activa está vinculada al campo.
El agro latinoamericano se ve impactado por múltiples limitantes: baja productividad en pequeñas explotaciones, déficits en infraestructura vial y portuaria, trámites fitosanitarios costosos y deficiente acceso al financiamiento. Todo esto redunda en menor valor agregado y mayor vulnerabilidad ante fluctuaciones climáticas y de precios.
En un contexto de transición hacia mercados más sostenibles, el sector agropecuario enfrenta una oportunidad decisiva: fortalecer la trazabilidad, la agricultura digital y la biotecnología, al tiempo que se cierran brechas de género, se fomenta la formalización y se moderniza la tecnología, especialmente en las zonas rurales.