Trump redobla la apuesta arancelaria: cartas, amenazas y una carrera contrarreloj mundial
Con fecha límite al 1° de agosto, Donald Trump reaviva su cruzada proteccionista y amenaza con aranceles de hasta el 50% a México, Brasil, Canadá y la Unión Europea. A pesar de las negociaciones diplomáticas, la Casa Blanca avanza con medidas unilaterales, dejando en vilo a los socios comerciales de EE.UU. y tensando el tablero global.
La escena se repite pero con mayor intensidad: Donald Trump amenaza con nuevas oleadas de aranceles a sus principales socios comerciales. Esta vez, el expresidente norteamericano anunció gravámenes del 30% a México y la Unión Europea, y del 50% a Brasil, con fecha de entrada en vigor el próximo 1° de agosto. Las cartas enviadas personalmente a los líderes de cada país son claras: si no actúan como él desea, las sanciones comerciales se profundizarán.
Trump alega que México no hizo lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo, y que la balanza comercial con la UE es "injusta". En el caso brasileño, las tarifas surgen como represalia por una causa judicial contra Jair Bolsonaro. El comercio como herramienta de castigo, más allá de la economía.
Entre cartas y caos: una diplomacia hecha por decreto
En las últimas semanas, los principales aliados de EE.UU. -de Bruselas a Nueva Delhi- intentan negociar a contrarreloj. Sin embargo, la paciencia del presidente parece agotada. Ya no hay señales de diálogo bilateral prolongado. En cambio, llegan cartas, aranceles y amenazas públicas.
El Secretario del Tesoro Scott Bessent viaja a Japón, mientras que la UE se concentra en evitar tarifas agrícolas y automotrices. El objetivo es claro: lograr algún acuerdo provisional antes del 1 de agosto. Pero la tensión crece. Las misivas, que Trump firma y difunde públicamente, ya han sido enviadas a Canadá, Japón, Corea del Sur y países del bloque BRICS.
El "verano caliente" del comercio global
Desde abril, Trump lanzó una campaña arancelaria con consecuencias globales. Canadá recibió un nuevo arancel del 35%, exceptuando productos energéticos bajo el pacto USMCA. Brasil, uno de los más castigados, fue sancionado con el 50%, sin vínculo comercial aparente, sino como castigo político.
India, en tanto, busca desesperadamente un acuerdo que limite sus tasas a menos del 20%, mientras que la UE y Corea del Sur siguen en negociaciones inciertas. El contexto recuerda al juego de la gallina: Trump avanza firme, esperando que todos frenen antes del impacto.
El uso político del comercio
Lo que diferencia esta etapa de otras administraciones es el uso abiertamente político del comercio exterior. Trump no oculta que los aranceles son instrumentos de presión no solo económica, sino también diplomática y judicial. "Si no me gusta lo que me ofrecen, las tarifas subirán aún más", afirmó al anunciar la tasa del 30% a la UE.
Además, advirtió que podría imponer una tarifa farmacéutica del 200% y un impuesto al cobre del 50%, demostrando su disposición a ir más allá del proteccionismo clásico.
Acuerdos que no lo son
La Casa Blanca prometió 90 acuerdos en 90 días, pero hasta ahora solo concretó entendimientos parciales con el Reino Unido, Vietnam y China. En el caso de Vietnam, el acuerdo fue más parecido a una imposición: recibió tarifas más altas de lo esperado. El trato con China solo redujo temporalmente tensiones, y el británico aún enfrenta incertidumbre sobre los metales.
Este escenario genera desconcierto. ¿Está Trump negociando o imponiendo? Para países que enfrentan decisiones críticas, la línea es cada vez más delgada.
¿una nueva guerra comercial?
A menos de tres semanas del 1° de agosto, el tablero del comercio global está en alerta máxima. Las tarifas propuestas por Trump podrían afectar miles de productos, millones de empleos y billones en comercio internacional. La estrategia es clara: forzar acuerdos por presión unilateral, sin concesiones visibles.
Para los líderes del mundo, la elección es compleja: negociar desde la debilidad o enfrentar sanciones costosas. Lo único cierto es que el reloj corre, y Trump ya mostró que esta vez, no está fanfarroneando.