Zona Económica Binacional Colombia-Venezuela: una apuesta estratégica para transformar la frontera
La creación de una Zona Económica Especial en la frontera colombo-venezolana busca revitalizar el comercio, generar empleo y establecer una nueva lógica de integración regional, con impactos concretos en desarrollo productivo, inversión y bienestar social.
La frontera entre Colombia y Venezuela, históricamente marcada por la tensión política, el comercio informal y los flujos migratorios, podría estar entrando en una nueva etapa. La propuesta de crear una Zona Económica Especial Binacional (ZEEB) surge como una apuesta conjunta para reactivar el desarrollo fronterizo, generar oportunidades de inversión y construir una lógica de integración con beneficios concretos para ambos países.
Impulsada por sectores económicos y gobiernos regionales de ambos lados, la iniciativa fue presentada como una herramienta clave para revertir la parálisis productiva en regiones históricamente abandonadas. La ZEEB contemplaría beneficios fiscales, trámites aduaneros simplificados, incentivos a la inversión privada y proyectos conjuntos de infraestructura, con énfasis en el desarrollo agroindustrial, logístico y de servicios.
Desde el lado colombiano, departamentos como Norte de Santander, Arauca, Guajira, Vichada y Cesar figuran entre los potenciales beneficiarios directos del esquema. En Venezuela, el eje incluiría zonas de Táchira, Apure y Zulia, donde la recuperación de la infraestructura económica es clave para sostener la demanda interna y facilitar el comercio transfronterizo.
Uno de los objetivos centrales de la zona binacional es normalizar y dinamizar el intercambio comercial, que llegó a ser de más de US$7.000 millones anuales antes del cierre fronterizo y la ruptura diplomática. Hoy, aunque las relaciones se han restablecido, las cifras siguen lejos de ese techo. La ZEEB podría ser una vía eficaz para canalizar ese comercio por vías formales, reducir la informalidad y atraer inversión directa con reglas claras.
La iniciativa también se alinea con los compromisos asumidos en el contexto de la Comisión Binacional de Integración Fronteriza, y con los discursos de ambos gobiernos que insisten en la necesidad de "dejar atrás la confrontación y pensar en el desarrollo compartido". Si bien la ZEEB aún se encuentra en fase de diseño, distintos sectores empresariales ya han manifestado interés en participar, y se han iniciado diálogos técnicos sobre los marcos jurídicos aplicables.
El proyecto también contempla una dimensión social. Según sus impulsores, el éxito de la ZEE no dependerá solo del comercio o las cifras macroeconómicas, sino de su capacidad para generar empleo, mejorar la infraestructura básica, ofrecer educación técnica y facilitar el acceso a servicios públicos en zonas históricamente excluidas.
Aunque existen desafíos logísticos, regulatorios y financieros, la experiencia internacional en zonas económicas especiales muestra que, con voluntad política y cooperación institucional, pueden convertirse en motores reales de desarrollo regional. Para Colombia y Venezuela, que comparten una de las fronteras más dinámicas y complejas del continente, la ZEEB podría ser una puerta de entrada a un nuevo ciclo de integración con rostro humano y productivo.