El último informe agroclimático proyecta que el invierno 2025 en Chile estará marcado por eventos de lluvia breves, pero de alta intensidad, seguidos de descensos térmicos severos que podrían llevar las mínimas a registros históricos en las regiones del Maule, Ñuble y La Araucanía. Este patrón, asociado a pulsos de humedad subtropical y masas de aire polar, encierra retos logísticos y productivos para agricultores de trigo, frutales de carozo y vitivinicultura, así como para los sistemas ganaderos de altura.

Los especialistas señalan que, aunque las precipitaciones intensas podrán recargar embalses y napas, la escasa duración de cada evento aumentará la escorrentía superficial, elevando el riesgo de crecidas repentinas, erosión y pérdida de fertilidad del suelo. Al mismo tiempo, las heladas negras previstas obligarán a reforzar sistemas de cobertura y riego por aspersión nocturna, incrementando los costos de protección en cultivos sensibles como cerezos, arándanos y almendros.

En la viticultura, el frío extremo coincidió en temporadas previas con interrupciones en la brotación y mayor presión de enfermedades fúngicas. Con el nuevo panorama, los gestores de viñas planean ajustar calendarios de poda, aplicar bioestimulantes y ampliar el monitoreo de yemas para mitigar pérdidas. Por su parte, los productores de trigo y raps deberán revisar la fecha de siembra y la densidad de plantas, a fin de aprovechar la humedad sin exponer plántulas a heladas tempranas.

La ganadería de montaña enfrenta su propio desafío: el hielo y la presencia de nieve en cotas medias restringirán pastoreo y encarecerán la suplementación alimentaria. Programas regionales contemplan reservas forrajeras y refugios móviles para disminuir mortalidad neonatal en ovinos y vacunos.

En un país donde la ruptura de caminos rurales repercute de inmediato en el abastecimiento interno y la exportación, las autoridades instan a coordinar planes de contingencia que incluyan mapeo de rutas críticas, desagüe preventivo de canales y protocolos de evacuación de haciendas en zonas de riesgo.

El invierno chileno 2025, con lluvias concentradas y frío extremo, subraya la importancia de una planificación agroclimática integrada. Productores, gremios y gobierno deberán trabajar juntos para fortalecer la infraestructura hídrica, optimizar la gestión de riesgos y salvaguardar la competitividad de una de las agriculturas más sofisticadas del hemisferio sur.