Bolivia mira al mundo de los superalimentos: ¿está preparada para liderar este mercado en auge?
La tendencia global hacia alimentos funcionales crece sin freno, y Bolivia podría tener en sus cultivos ancestrales una llave clave para competir con valor agregado.
La demanda global por alimentos funcionales y superalimentos no deja de crecer, impulsada por consumidores que buscan productos más saludables, sostenibles y nutritivos. En ese escenario, Bolivia podría convertirse en un jugador clave, gracias a la riqueza de su biodiversidad y al legado agrícola de sus pueblos originarios.
Así lo afirmó Juan Pablo Dávalos, ingeniero en alimentos e investigador, durante una exposición sobre "El mundo de los superalimentos y el papel de Bolivia", en la que destacó que el país andino cuenta con materias primas únicas y de alto valor nutricional capaces de posicionarse con fuerza en los mercados internacionales.
Un mercado en expansión que pide identidad y calidad
La categoría de "superalimentos" está asociada a productos con alta concentración de nutrientes, antioxidantes, proteínas o grasas saludables. El mundo ya conoce ejemplos como la quinoa, la chía o el açai, pero los especialistas aseguran que Bolivia tiene mucho más para ofrecer: tarwi (chocho), amaranto, cañahua, yacón, maca, copoazú, entre otros.
Para Dávalos, la clave está en combinar ese potencial con conocimiento técnico, trazabilidad y procesos de valor agregado. "Los consumidores no solo piden productos con propiedades funcionales, también buscan origen claro, procesos responsables y autenticidad cultural", subrayó.
¿Qué le falta a Bolivia para competir en esta liga?
Si bien la diversidad agrícola es una ventaja, aún hay brechas en investigación, transformación industrial y posicionamiento comercial. Muchos de estos cultivos están en manos de pequeños productores que necesitan acompañamiento técnico, acceso a financiamiento e inserción en cadenas de valor.
También se requiere fortalecer la infraestructura productiva y normativa para exportación, garantizando estándares internacionales de inocuidad, etiquetado y certificaciones como orgánico, comercio justo o libre de alérgenos.
Casos de éxito que marcan el camino
La quinoa real, por ejemplo, ya ha sido posicionada como un superalimento boliviano en Estados Unidos y Europa, aunque enfrenta competencia de otros países andinos. El tarwi, por su parte, despierta cada vez más interés por su alto contenido proteico y perfil funcional similar a las legumbres europeas.
Dávalos destacó que también hay empresas locales que están trabajando en el desarrollo de snacks, barras energéticas, harinas funcionales y bebidas a base de estos ingredientes, lo cual representa un paso estratégico hacia productos terminados con mayor valor comercial.
Bolivia no necesita inventar un superalimento: ya los tiene. El reto es transformarlos en propuestas sólidas, trazables y con identidad, que respondan a un consumidor global cada vez más exigente y consciente.