Bolivia siembra expectativas: el agro proyecta cosecha de trigo y exige condiciones para crecer
Con un pronóstico de 100.000 toneladas para este año, los productores bolivianos de trigo renuevan su apuesta al cultivo. Sin embargo, el potencial productivo choca contra una realidad que aún limita: falta de incentivos, restricciones al uso de biotecnología y ausencia de políticas de fomento a gran escala.
La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) anticipó que la campaña de invierno 2025 podría cerrar con una cosecha de 100.000 toneladas de trigo, cifra que, si bien representa un avance, sigue lejos del consumo nacional, estimado en más de 600.000 toneladas anuales.
Desde el sector destacan que existe capacidad técnica y superficie disponible para aumentar la producción, pero advierten que sin cambios estructurales, Bolivia seguirá dependiendo de las importaciones para abastecer su demanda interna de harina.
Más producción es posible, pero faltan incentivos, tecnología y reglas claras
Los productores insisten en que se requieren condiciones favorables y estables: liberación de biotecnología para enfrentar plagas, acceso a financiamiento, precios competitivos y un entorno regulatorio que favorezca las inversiones a largo plazo.
Actualmente, el uso de semillas genéticamente modificadas está restringido en Bolivia, lo que limita la competitividad frente a países vecinos como Argentina o Brasil, donde el trigo biotecnológico ya se siembra comercialmente con buenos resultados frente al cambio climático y las enfermedades.
Otro factor que condiciona el desarrollo del trigo en Bolivia es la falta de infraestructura adecuada para el almacenamiento y comercialización, así como la necesidad de políticas públicas que prioricen la producción nacional en las compras estatales.
Desde Anapo remarcaron que los productores están comprometidos con el objetivo de reducir la dependencia externa, pero necesitan señales claras por parte del Estado para planificar a largo plazo.
Actualmente, más del 80% del trigo que consume Bolivia es importado, principalmente desde Argentina. Cambiar esa ecuación implicaría una estrategia nacional que integre tecnología, capacitación, acceso al crédito rural y una visión de largo plazo.