Bolivia

Innovación en los campos bolivianos: el trigo busca un salto tecnológico para conquistar nuevos mercados

Con semillas mejoradas, prácticas sostenibles y alianzas estratégicas, Bolivia redefine su apuesta triguera en un escenario marcado por la tecnología y la resiliencia climática. ¿Será este el inicio de una nueva era agroindustrial?

En el corazón agrícola de Bolivia, el trigo se posiciona como un cultivo estratégico que busca dejar atrás su rezago histórico. De la mano de nuevas tecnologías agrícolas, semillas mejoradas y prácticas sostenibles, el país andino está impulsando una transformación que combina productividad, soberanía alimentaria y desarrollo rural.

Uno de los pilares de este nuevo paradigma es la incorporación de tecnología nacional en la producción de semillas. Gracias a la articulación entre el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), productores y entidades como la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA), se están generando variedades de trigo adaptadas al clima boliviano, con mayor resistencia a plagas y enfermedades.

En paralelo, se promueven buenas prácticas agrícolas que permiten reducir el uso de agroquímicos, mejorar la fertilidad del suelo y optimizar el uso del agua. Este enfoque sostenible no solo responde al desafío climático, sino que además mejora los rendimientos y la calidad del grano, clave para conquistar tanto el mercado interno como potenciales destinos de exportación.

El objetivo estratégico del gobierno es claro: alcanzar en el mediano plazo la autosuficiencia en trigo y reducir la dependencia de importaciones. Para ello, además de apoyo técnico y logístico, se han fortalecido los mecanismos de compra estatal garantizada, con precios de referencia que permiten a los productores proyectar su inversión con mayor previsibilidad.

Otro elemento innovador que se está incorporando es el uso de plataformas digitales para el monitoreo y trazabilidad del cultivo, así como el empleo de drones en el diagnóstico sanitario y en la planificación del manejo de los lotes, lo cual marca un avance significativo en la modernización del agro boliviano.

En 2024, Bolivia registró una producción de 133.000 toneladas de trigo, cultivadas en más de 113.000 hectáreas distribuidas principalmente entre Santa Cruz, Cochabamba, Chuquisaca y Tarija. Aunque todavía queda camino por recorrer para lograr la autosuficiencia -estimada en alrededor de 700.000 toneladas anuales-, los esfuerzos coordinados del sector público, privado y académico marcan un hito en la apuesta por un trigo boliviano competitivo, sostenible y de calidad.

Finalmente, los productores coinciden en que la capacitación y transferencia de conocimientos son fundamentales para sostener este cambio. Talleres, ferias tecnológicas y asistencia técnica son ahora parte del ecosistema triguero, consolidando una comunidad agrícola más resiliente, informada y conectada.

El trigo, cultivo ancestral en estas tierras, vuelve a crecer con fuerza desde el sur del continente, esta vez impulsado por la ciencia, la tecnología y la convicción de un país que apuesta por su campo como motor de desarrollo.

Agrolatam.com
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