Brasil: Siembra de soja avanza rápido y producción se eleva a 175 Millones de toneladas
Brasil acelera la siembra de soja con un 9% del área ya cultivada, lo que impulsa una revisión al alza de la producción a 175 millones de toneladas en plena puja por el liderazgo agrícola global.
El inicio de la campaña de soja 2025/26 en Brasil se perfila como uno de los más dinámicos de los últimos años. Según datos de AgRural, al 3 de octubre ya se había sembrado el 9% del área estimada, duplicando el ritmo del año anterior (4%) y registrando el segundo avance más veloz desde que se tiene registro. El empuje inicial está liderado por los estados de Paraná y Mato Grosso, donde las condiciones iniciales del suelo y la disponibilidad de maquinaria y semillas han permitido capitalizar las ventanas de siembra temprana.
En Mato Grosso, el estado agrícola más importante del país, se ha sembrado el 15% del área, muy por encima del 2% de la misma fecha en 2024 y del promedio histórico (6,1%). La región centro-norte del estado destaca con un 24% sembrado, mientras que el noreste avanza con más lentitud (5%). Aunque se espera una desaceleración del ritmo por falta de lluvias, los pronósticos indican una mejora en la segunda quincena del mes.
Paraná, por su parte, presenta cifras récord con el 26% del área sembrada, alcanzando el ritmo más veloz desde que AgRural comenzó a relevar los datos. El cultivo muestra un estado sanitario envidiable: 63% en germinación, 37% en desarrollo vegetativo y un 99% clasificado como bueno. Mientras el sur del estado ha recibido lluvias suficientes, el norte permanece algo seco. Aun así, algunos productores en el oeste ya han terminado completamente sus labores de siembra, algo inusualmente temprano.
Este arranque vigoroso ha llevado a una revisión positiva en las proyecciones de producción. La estimación nacional fue elevada en 2 millones de toneladas, alcanzando los 175 millones, según el Instituto Mato-Grossense de Economía Agropecuaria (Imea) y la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab). Estas cifras podrían aumentar si se mantienen las condiciones favorables. De hecho, Conab maneja una proyección aún más ambiciosa: 177,7 millones de toneladas, respaldada por una expansión del 3,7% en la superficie sembrada, que superaría los 49 millones de hectáreas.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), en su último informe desde Brasilia, estima una producción de 176 millones de toneladas, pero advierte sobre los desafíos internos que enfrenta el sector brasileño, como el encarecimiento de insumos agrícolas y las tasas de interés elevadas para financiar la producción.
El crecimiento productivo brasileño tiene implicaciones claras para los mercados agrícolas globales. Por un lado, podría presionar los precios internacionales de la soja FOB/CIF, especialmente si la demanda china continúa firme y Estados Unidos reduce su participación en el comercio exterior por cuestiones internas o climáticas. Por otro, refuerza la posición estratégica de Brasil como proveedor confiable y dominante en el mercado de oleaginosas.
Sin embargo, no todo es positivo. La logística de exportación, con sus desafíos estructurales -carreteras en mal estado, congestión portuaria y costos logísticos- puede convertirse en un cuello de botella si la producción sigue creciendo sin inversiones equivalentes en infraestructura. A esto se suma la necesidad de cumplir con estándares internacionales en trazabilidad, normas fitosanitarias y sustentabilidad, claves para sostener el acceso a los mercados más exigentes, como la Unión Europea y el sudeste asiático.
El factor climático continúa siendo una variable crítica. La variabilidad climática asociada a fenómenos como El Niño y La Niña puede revertir rápidamente un escenario favorable. Por eso, la resiliencia productiva, a través de sistemas de riego, biotecnología adaptativa y manejo agronómico avanzado, es cada vez más indispensable.
Brasil, como líder del comercio agrícola latinoamericano, marca la pauta regional. Su capacidad de anticiparse, tecnificarse y adaptarse a las condiciones de mercado y clima es un espejo -y también una presión- para países vecinos como Argentina, Paraguay o Bolivia, que comparten condiciones agroecológicas similares, pero enfrentan desafíos estructurales diferentes. La cooperación regional, las estrategias de diversificación de mercados, y la apuesta por el valor agregado agroindustrial serán claves para que el resto de América Latina no quede rezagado ante un Brasil que avanza decidido.
En definitiva, esta campaña no solo pone a prueba la capacidad operativa del agro brasileño, sino que redefine el mapa del comercio agrícola global. En un contexto donde la seguridad alimentaria mundial y las tendencias de consumo sostenible ganan protagonismo, Brasil vuelve a jugar un rol central. Su desempeño tendrá un efecto dominó sobre los flujos comerciales, los precios internacionales y la planificación estratégica del resto de los países productores.