Colombia impulsa el cacao sostenible: de la finca al diseño de políticas nacionales
Un estudio reciente propone escalar la producción de cacao bajo sistemas agroforestales y orgánicos, integrando experiencias locales con estrategias de alcance nacional.
En el corazón de los paisajes verdes de Colombia, la producción de cacao se posiciona como una de las alternativas más sólidas para unir economía rural y conservación ambiental. Un estudio titulado "Toward understanding the scaling out of sustainable land use systems in Colombia: integrating case study insights and national pathways design for cacao farming", (Hacia la comprensión de la expansión de sistemas sostenibles de uso de la tierra en Colombia: integración de estudios de caso y diseño de rutas nacionales para el cultivo de cacao) por un equipo de investigadores entre los que figuran Del Río Duque, Löhr y Pérez-Lora, plantea un escenario en el que el cacao puede convertirse en un pilar de agricultura sostenible y competitiva.
Lejos de la idea de que la sostenibilidad implica menor rentabilidad, los resultados demuestran que los sistemas agroforestales y el manejo orgánico permiten conservar la biodiversidad y al mismo tiempo sostener rendimientos competitivos. Este enfoque no solo garantiza el presente de los productores, sino que también preserva la tierra para las próximas generaciones.
El cacao colombiano tiene profundas raíces históricas, pero enfrenta los retos de la agricultura moderna: adaptación al cambio climático, presión de mercados internacionales y necesidad de garantizar trazabilidad. Frente a esto, el estudio resalta que la integración de ciencia ambiental, políticas públicas y economía rural es clave para avanzar hacia un modelo escalable.
A través de múltiples casos de estudio regionales, los investigadores muestran que las prácticas exitosas pueden adaptarse a diferentes suelos, climas y contextos sociales, sirviendo de base para un plan nacional de expansión sostenible. Esta versatilidad convierte al cacao en un cultivo estratégico para diversificar las economías rurales y consolidar la reputación de Colombia en el mercado global.
Un punto central del análisis es la dimensión social: el empoderamiento de comunidades productoras mediante programas de formación técnica, acceso a financiamiento y asociatividad. De acuerdo con los autores, estas herramientas generan no solo mejoras productivas, sino también una mayor identidad y orgullo local, donde los agricultores se transforman en guardianes de la biodiversidad.
De cara a la escalabilidad nacional, el estudio sugiere políticas innovadoras: incentivos económicos, certificaciones de sostenibilidad, apoyo logístico para exportación y canales de comercio diferenciados. Estas medidas, señalan, pueden impulsar que más productores adopten tecnologías y prácticas amigables con el ambiente sin perder competitividad.
La coyuntura internacional, marcada por regulaciones como la Ley de Deforestación de la Unión Europea (EUDR), ofrece tanto un desafío como una oportunidad: quienes logren demostrar sostenibilidad en origen tendrán ventajas en el acceso a mercados premium. En este contexto, Colombia podría posicionarse como líder regional, con un cacao que no solo compite en calidad, sino también en trazabilidad ambiental y social.
Si bien aún persisten desafíos como la informalidad rural, la falta de infraestructura y la necesidad de mayor coordinación institucional, el informe deja un mensaje claro: el cacao sostenible es un camino viable para escalar desarrollo agrícola en Colombia y abrir nuevas oportunidades hasta 2026 y más allá.