Paneles entre cerezos: una alianza inesperada contra la sequía en Chile
La innovación avanza en los huertos chilenos: los sistemas agrivoltaicos ya no son una promesa futurista, sino una realidad que combina energía solar y producción frutal en plena crisis hídrica. ¿Estamos frente a un nuevo modelo agrícola sostenible?
La sequía llegó para quedarse, pero también lo hizo la innovación. En plena Región de O'Higgins, uno de los principales polos de producción frutícola de Chile, una empresa agrícola decidió mirar hacia arriba. Literalmente. Sobre los cerezos, ahora hay paneles solares.
Se trata de un proyecto pionero de agrivoltaicos, una tecnología que combina producción agrícola con generación de energía solar en un mismo terreno. En este caso, fue desarrollado por la empresa Fundo Agrícola La Isla con el apoyo de AgroSolar, una startup chilena especializada en soluciones energéticas para el agro.
Los primeros resultados, tras dos temporadas de implementación, sorprendieron incluso a los técnicos: no solo se logró generar electricidad limpia para abastecer las operaciones del predio, sino que la producción de cerezas se mantuvo e incluso mejoró en ciertas zonas.
Los paneles están instalados a varios metros de altura, lo que permite el paso de la maquinaria agrícola y la luz solar filtrada. Además de reducir la evaporación del agua en el suelo y amortiguar las altas temperaturas, también protegen a la fruta de eventos climáticos extremos, como heladas o lluvias inesperadas.
Según los responsables del proyecto, los sistemas agrivoltaicos permiten un uso más eficiente del recurso hídrico, reduciendo las necesidades de riego hasta en un 20%, un dato clave en un país donde la crisis hídrica se ha vuelto estructural.
Chile, que ya es referente en energías renovables a nivel regional, podría ahora también convertirse en líder de este modelo de agricultura dual, donde se producen alimentos y energía en un mismo espacio, sin competencia directa.
El desafío que viene será escalar la tecnología a otros cultivos y zonas, evaluar su rentabilidad a largo plazo y establecer un marco normativo que facilite su adopción. Pero la señal está dada: la agricultura del futuro ya empezó a escribirse entre hileras de cerezo y paneles fotovoltaicos.