Chile

Chile pone la ciencia al servicio de la cereza: cómo se construye una fruta de exportación desde el huerto

Un estudio liderado por el INIA busca transformar la postcosecha de la cereza chilena mediante predictores de calidad y nuevas prácticas que apuntan a fortalecer el liderazgo internacional del país.

Desde la investigación al mercado: Chile busca exportar cerezas perfectas

En un momento donde el 97% de las cerezas chilenas tienen como destino los exigentes mercados asiáticos, garantizar la calidad del fruto desde el huerto hasta su llegada es una prioridad estratégica. En ese marco, un equipo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu, liderado por el investigador Cristián Balmontín, avanza con una ambiciosa investigación para estandarizar parámetros de calidad y predicción del comportamiento postcosecha de las principales variedades.

El proyecto -impulsado por la demanda directa de los productores- aborda los desafíos críticos del manejo de cosecha y almacenamiento, dos eslabones sensibles en una cadena que puede extenderse por más de 30 días de viaje. ¿El objetivo? Reducir pérdidas, mejorar la competitividad del sector y sostener los precios en destinos clave como China, donde la sobreoferta puede hundir el valor del producto si este no llega en óptimas condiciones.

Modelos predictivos para una fruta exigente

Durante tres temporadas -con extensión para una más-, el equipo del INIA evaluó las variedades Regina, Santina, Lapins y Cordia, que representan la mayor parte de la producción nacional. El trabajo se centró en cuatro estadios de maduración, con análisis posteriores a los 10, 30 y 50 días de almacenamiento.

Se identificaron comportamientos específicos de cada variedad respecto a firmeza, contenido de azúcares, evolución del color y susceptibilidad al pardeamiento. El color, por ejemplo, no puede usarse como único indicador de madurez, ya que varía entre cultivares. La calidad no solo depende de la genética, sino de cómo se maneja la fruta desde el árbol.

Además, se generaron recomendaciones prácticas, como cosechar solo en las primeras horas del día, evitar temperaturas elevadas, y minimizar el tiempo entre cosecha y enfriamiento. "Desde que se corta, la cereza empieza a deshidratarse y pierde firmeza. Hay que actuar rápido", advierte Balmontín.

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Ergonomía y cuidado del fruto

Otro hallazgo clave es el impacto del manejo físico en la calidad final. Las cajas pesadas, los traslados largos y los golpes pueden arruinar una fruta excelente. Algunos productores ya implementan capachos acolchados y baldes con base blanda para evitar magulladuras.

Se propone además instalar centros de acopio cercanos a los predios para agilizar la cadena de frío. El mensaje es claro: la cereza debe tratarse como un producto delicado desde el momento mismo de la cosecha.

Ñuble: polo emergente para la fruticultura del sur

La investigación también explora el potencial productivo de zonas como Ñuble, donde el desplazamiento climático abre nuevas oportunidades. "Las condiciones del sur permiten diversificar la matriz frutícola, pero hay que conocer bien el comportamiento de la fruta en esas condiciones", señala Balmontín.

Esto implica que los modelos deben adaptarse a cada zona agroecológica, considerando el impacto del clima, las prácticas culturales y la genética. La meta final: establecer predictores por variedad y región, que permitan proyectar la evolución de la fruta y decidir cuándo y cómo exportarla.

Una herramienta para evitar la sobreoferta y proteger precios

La cereza chilena vive un proceso de expansión acelerada. La alta inversión y concentración en un solo mercado generan riesgo de saturación, lo que afecta el valor de exportación si la calidad se resiente. La herramienta desarrollada por INIA ayuda a planificar cosechas más precisas, segmentar por calidad y evitar el envío de fruta fuera de estándar.

Además, ofrece información valiosa para exportadoras, que necesitan prever el comportamiento del fruto durante el trayecto marítimo. "La clave está en trabajar juntos: investigadores, productores y exportadores, compartiendo datos y definiendo estándares", propone Balmontín.

El llamado: más investigación y más colaboración

El equipo del INIA ya trabaja en nuevas propuestas con productores de distintas zonas para ampliar el alcance de los modelos predictivos. Pero también hace un llamado a las autoridades y al sector financiero: "Necesitamos más apoyo y financiamiento para investigación aplicada. En tiempos de crisis, la información es poder", concluye Balmontín.

La cereza chilena se juega mucho en su calidad y presentación. Y en ese camino, la ciencia aparece como el mejor aliado para asegurar que cada fruta que cruce el Pacífico lleve consigo el sello de excelencia que posiciona a Chile como líder mundial en este rubro.

Agrolatam.com
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