Colombia

La pérdida de biodiversidad en Colombia sería 60% mayor de lo estimado

Un estudio de la Universidad de Cambridge revela que la deforestación para ganadería afecta mucho más la biodiversidad de lo que muestran los estudios locales.

La deforestación en Colombia está provocando una pérdida de biodiversidad mucho más profunda de lo que indican los estudios tradicionales.
Una investigación de la Universidad de Cambridge, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, determinó que las evaluaciones locales sobre el impacto de la conversión de bosques a pasturas subestiman el daño real en hasta un 60 %, lo que significa que miles de especies estarían desapareciendo sin haber sido registradas.

El trabajo, desarrollado durante más de una década, analizó el impacto de la expansión ganadera en diferentes regiones del país y concluyó que los estudios a pequeña escala no captan la magnitud total del problema, porque la pérdida de hábitats ocurre simultáneamente en múltiples ecosistemas, desde los Andes hasta la Amazonía.

Una mirada más amplia para medir la pérdida

El estudio, liderado por David Edwards, profesor de ecología vegetal de la Universidad de Cambridge, comenzó en 2012 en la Cordillera Occidental, y abarcó 13 regiones biogeográficas. En total, el equipo obtuvo 24.981 registros de 971 especies de aves, comparando 848 puntos de muestreo entre bosques intactos y pasturas ganaderas.

Tangará Buchiamarilla

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Los resultados muestran que la conversión de bosques en potreros reduce drásticamente la diversidad de especies, especialmente en las selvas montanas de la Cordillera Central y Oriental, así como en los bosques húmedos de Napo y Caquetá.
Estas áreas albergan comunidades altamente especializadas con especies de distribución limitada que no logran adaptarse cuando su hábitat desaparece.

En contraste, ecosistemas como los bosques secos del Magdalena, los Llanos Orientales o los páramos andinos mostraron una mayor resiliencia debido a su diversidad ambiental y a que sus especies poseen mayor tolerancia a las perturbaciones.

El concepto central del estudio es la diversidad beta, que analiza cómo cambia la composición de especies entre hábitats distintos.
Mientras que en los potreros predominan aves generalistas como el alcaraván andino, el tirano tropical o el mirlo grande, los bosques conservan una alta densidad de especies únicas, adaptadas a condiciones específicas.
La pérdida de estas áreas implica, por tanto, una desaparición masiva de biodiversidad a nivel nacional, incluso si los estudios locales no lo reflejan.

El coautor colombiano Diego Martínez-Revelo, de la Universidad del Valle, señaló que al combinar los datos de todas las regiones se evidenció un mensaje claro: "la pérdida total de biodiversidad en el país es mucho mayor de lo que se estimaba cuando solo se estudiaba una zona aislada".

Deforestación, ganadería y desigualdad

En 2024, Colombia perdió 113.608 hectáreas de bosque, un incremento del 43 % respecto a 2023. Aunque factores como los incendios o el conflicto armado influyen, el avance de la frontera ganadera sigue siendo el principal motor.
Según los investigadores, la ganadería extensiva en regiones de difícil acceso se ha convertido en un agente silencioso de deforestación, impulsada por desigualdades económicas y falta de asistencia técnica.

El estudio advierte que los pequeños productores, sin recursos para intensificar su producción, amplían sus pasturas mediante la tala de nuevos bosques, lo que perpetúa un ciclo de degradación ambiental y pérdida de productividad.

Para José Manuel Ochoa-Quintero, del Instituto Alexander von Humboldt, esta investigación "ofrece una metodología estandarizada que permite comparar regiones y diseñar políticas agrícolas adaptadas a cada ecosistema".
El experto enfatiza que no todas las regiones pueden conservarse con los mismos criterios, ya que algunas requieren mayor proporción de áreas protegidas por su fragilidad ecológica.

El estudio también destaca que la intensificación ganadera bien planificada puede reducir la presión sobre los bosques, al aumentar la productividad por hectárea y permitir dejar más terreno para la conservación.
Esto implica una estrategia de "land sharing" -compartir el territorio entre producción y naturaleza- donde la eficiencia agrícola es clave para liberar espacio a los ecosistemas naturales.

Los autores subrayan que la política pública debe basarse en datos a gran escala, abarcando múltiples ecosistemas y elevaciones, para medir adecuadamente la magnitud de la pérdida de especies.
Solo así, afirman, se podrán diseñar planes de compensación ecológica y conservación integral que realmente reflejen la complejidad del territorio colombiano.

"Mirar una sola región no basta -dice Edwards-. Debemos monitorear la biodiversidad desde una perspectiva nacional, capaz de capturar las variaciones regionales y el impacto acumulado de la deforestación".

El mensaje final es claro: en el país más biodiverso del planeta, proteger los bosques implica entenderlos como un todo interconectado, donde cada hectárea perdida representa una parte irremplazable del patrimonio natural de Colombia.

Agrolatam.com
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