Agro costarricense suma ocho meses de contracción y preocupa el futuro del sector
El Banco Central reporta una caída interanual de -3,9 % en junio, arrastrada por la debilidad de la agricultura de exportación y del mercado local. Solo la ganadería mantiene un desempeño positivo.
El sector agropecuario de Costa Rica atraviesa una de sus etapas más difíciles de los últimos años. Según el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) elaborado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), la actividad acumula ocho meses consecutivos en contracción, una tendencia que genera señales de alerta tanto en el ámbito productivo como en el económico.
Los datos de junio muestran una variación interanual de -3,9 % en el agro, cifra que confirma la caída iniciada en noviembre de 2024 y que afecta tanto a los cultivos destinados a la exportación como a los orientados al mercado interno. El retroceso en la agricultura de exportación se calculó en -3,5 %, mientras que la producción agrícola para consumo nacional registró una reducción de magnitud similar.
Exportaciones debilitadas y consumo interno en retroceso
El comportamiento negativo responde a una combinación de factores externos e internos. En los mercados internacionales, los precios de algunos productos agrícolas han mostrado inestabilidad, mientras que los costos de transporte y logística continúan presionando la competitividad de los productores. A nivel local, el sector enfrenta limitaciones de financiamiento, encarecimiento de insumos y problemas de infraestructura que afectan la productividad y elevan los costos de producción.
En contraste, el subsector pecuario se ha convertido en un punto de resiliencia para el agro costarricense. Durante junio mostró un crecimiento de 1,4 %, consolidando más de un año con desempeño positivo. La estabilidad en los precios de la carne y la demanda interna relativamente sólida han permitido que la actividad ganadera se mantenga a flote, diferenciándose del resto de la producción agropecuaria.
Especialistas como el economista Ronulfo Jiménez advierten que, de no revertirse esta tendencia, las repercusiones podrían ser significativas en el empleo rural, las exportaciones agrícolas y el abastecimiento del mercado interno. "La prolongada contracción del agro plantea un reto serio de política pública, porque afecta a miles de productores y compromete la estabilidad de la economía regional", señaló.
El escenario obliga a replantear estrategias para apoyar a los agricultores, con mayor inversión en innovación, acceso a crédito y medidas que reduzcan los costos logísticos. También cobra fuerza la necesidad de diversificar la producción y buscar nichos de mercado que permitan mejorar la rentabilidad.
La caída de la actividad agropecuaria costarricense no solo refleja la coyuntura internacional adversa, sino también debilidades estructurales que limitan la competitividad del sector. En un contexto en el que el país busca fortalecer su seguridad alimentaria y ampliar su presencia en mercados externos, la tendencia negativa del agro se convierte en un desafío central para la política económica nacional.