Piña con propósito: Costa Rica impulsa un modelo técnico de sostenibilidad que busca replicarse
El sector piñero costarricense presenta avances significativos en materia ambiental, laboral y productiva. A través de un enfoque integral que combina tecnología, normativas locales e innovación, el país reafirma su rol como referente mundial en producción responsable.
Costa Rica no solo lidera las exportaciones de piña fresca a nivel mundial. También está construyendo una reputación sólida como referente en sostenibilidad agrícola, gracias al desarrollo de un modelo técnico que equilibra eficiencia productiva con responsabilidad ambiental y social.
Este enfoque, liderado por la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (CANAPEP), involucra desde grandes agroindustrias hasta pequeños productores, y ha sido reconocido como un modelo replicable para otros cultivos tropicales de exportación.
La sostenibilidad técnica aplicada en el sector piñero se basa en cuatro pilares fundamentales: uso racional de recursos naturales, cumplimiento normativo, incorporación tecnológica y bienestar laboral.
En materia ambiental, el modelo promueve la conservación de los suelos, la protección de fuentes de agua, el manejo responsable de agroquímicos y la reforestación de áreas de amortiguamiento. También se ha incorporado la rotación de cultivos como práctica clave para conservar la fertilidad del suelo y reducir la presión sobre los ecosistemas.
Desde el punto de vista productivo, la mecanización inteligente y la agricultura de precisión han permitido mejorar la eficiencia sin comprometer la calidad del fruto. Hoy, las fincas cuentan con sistemas de monitoreo climático, sensores de humedad, análisis satelital y herramientas digitales que optimizan el uso de fertilizantes y agua.
Además, el modelo se apoya en una estricta trazabilidad, desde el campo hasta el destino final. Esto permite cumplir con los exigentes requisitos de los mercados internacionales, especialmente en la Unión Europea y Estados Unidos, donde la piña costarricense se ha posicionado como un producto de alta calidad y producción responsable.
En el aspecto social, el modelo pone énfasis en el respeto de los derechos laborales, la formalización del empleo rural y el acceso a condiciones dignas para los trabajadores agrícolas. Muchas fincas han implementado servicios como transporte, alimentación, atención médica y educación continua para su personal.
También se trabaja en programas de equidad de género, integración de migrantes y prevención de riesgos laborales, en coordinación con instituciones nacionales como el Ministerio de Trabajo, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Este enfoque ha permitido a Costa Rica mantenerse como el principal exportador mundial de piña fresca, con más de 2,1 millones de toneladas anuales. Solo en 2024, las exportaciones superaron los US$1.200 millones, según datos del Procomer, consolidando al sector como uno de los principales motores económicos del país.
Sin embargo, el desafío es sostener este liderazgo sin comprometer los recursos naturales y el tejido social. Por eso, CANAPEP continúa trabajando en la actualización constante del modelo, incorporando nuevos indicadores de sostenibilidad y promoviendo certificaciones internacionales como GlobalG.A.P., Rainforest Alliance y Fair Trade.
Costa Rica apuesta por una agroindustria que no solo exporte fruta, sino también conocimiento. El modelo de sostenibilidad técnica aplicado en la piña está siendo analizado para extenderse a cultivos como banano, melón y papaya, así como a otras regiones del país que buscan elevar su competitividad con base en buenas prácticas.
En un contexto global donde los consumidores exigen productos responsables y las cadenas de valor se enfrentan a nuevas regulaciones ambientales, la experiencia costarricense demuestra que es posible producir con eficiencia y conciencia, cuidando tanto el planeta como a quienes trabajan la tierra.