Tecnología y cooperación: Italia impulsa el renacer agropecuario en Cuba
Un nuevo proyecto de cooperación internacional permite a Cuba incorporar tecnologías de última generación, semillas mejoradas y equipos agroindustriales con respaldo italiano. La iniciativa busca recuperar capacidades productivas, capacitar técnicos y dar sostenibilidad a la agricultura familiar.
Cuba ha comenzado a transitar un nuevo camino en su desarrollo agropecuario gracias al apoyo de la cooperación internacional, esta vez con fuerte protagonismo de Italia. El proyecto, financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo y articulado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), busca reforzar la producción de alimentos en áreas clave, a través de la incorporación de tecnologías modernas, insumos estratégicos, capacitación y soluciones logísticas.
La iniciativa se centra especialmente en tres municipios rurales de las provincias de Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba, donde se han identificado vulnerabilidades estructurales en el acceso a insumos, equipamiento y técnicas de producción sustentables. Estos territorios, con alta participación de la agricultura familiar y cooperativa, reciben semillas mejoradas, sistemas de riego, módulos de secado y equipos para el procesamiento poscosecha.
"El objetivo no es solo entregar maquinaria, sino transformar capacidades productivas, generar autonomía técnica y fortalecer la resiliencia alimentaria a nivel local", señalaron desde la coordinación del PMA en La Habana. Para ello, el programa incorpora también talleres de formación para técnicos agrícolas, productores y líderes comunitarios, enfocados en el uso eficiente de recursos, buenas prácticas agrícolas, gestión del riesgo climático y producción sostenible.
Uno de los aspectos destacados del proyecto es la integración de tecnología de origen italiano, adaptada a las condiciones cubanas, que incluye molinos, silos, pequeños tractores, herramientas manuales y equipamiento de energía solar para conservación de alimentos. Esta transferencia tecnológica tiene como objetivo reducir la dependencia de importaciones costosas, acortar las cadenas de suministro y mejorar los índices de eficiencia productiva.
Las autoridades locales y las organizaciones de base han expresado su respaldo al proyecto, destacando que se trata de una intervención con impacto concreto y directo sobre las comunidades rurales. En particular, se espera que la disponibilidad de nuevos equipos y conocimientos permita incrementar los rendimientos por hectárea, disminuir las pérdidas poscosecha y ampliar la diversidad de productos disponibles para los mercados locales y regionales.
El enfoque territorial de la cooperación ha sido clave. No se trata de un programa genérico, sino de una acción con diagnóstico local participativo, donde cada comunidad definió junto a los técnicos las prioridades de inversión y formación. Esta metodología busca garantizar la apropiación social del proyecto y su sostenibilidad a largo plazo.
En paralelo, se articulan acciones específicas para mujeres rurales y jóvenes productores, fomentando su inclusión activa en el ciclo productivo y en la toma de decisiones. Este componente social refuerza la dimensión integral del programa, donde el desarrollo agropecuario no solo se mide en toneladas producidas, sino también en equidad, resiliencia y empoderamiento.
Desde la Embajada de Italia en La Habana destacaron que este proyecto forma parte de una estrategia más amplia de cooperación bilateral centrada en el desarrollo sostenible, donde la seguridad alimentaria es considerada una prioridad compartida. "Nuestro compromiso con Cuba es acompañar su transformación agrícola con respeto, tecnología apropiada y una mirada de largo plazo", afirmaron.
El relanzamiento de la producción agropecuaria en Cuba, en medio de limitaciones económicas y desafíos climáticos, requiere más que voluntad política: necesita herramientas concretas, saber técnico y cooperación internacional eficaz. En ese marco, la alianza con Italia ofrece un ejemplo de cómo la colaboración puede convertirse en motor de cambio estructural.
Con este tipo de iniciativas, Cuba busca avanzar hacia una agricultura más moderna, eficiente y humana, donde la innovación no está reñida con la soberanía alimentaria, y donde las comunidades rurales son protagonistas de su propio destino productivo.