Ecuador confirma presencia de TR4 y la bananera mundial entra en alerta
La llegada de la Fusariosis Tropical Raza 4 (TR4) a Ecuador, primer exportador global de banano, enciende las alarmas en el sector y abre el debate sobre la necesidad de diversificar variedades.
El banano, símbolo de la agricultura ecuatoriana y motor clave de su economía, enfrenta una nueva amenaza. Autoridades y especialistas confirmaron la detección de la enfermedad TR4 (Fusariosis Tropical Raza 4) en el país, una noticia que marca un antes y un después para el primer exportador mundial de esta fruta.
Cada año, Ecuador comercializa entre 6 y 7 millones de toneladas de banano, equivalente al consumo anual de toda la Unión Europea y el Reino Unido. Por eso, la llegada de esta plaga no solo preocupa a los productores locales, sino también a los grandes mercados internacionales que dependen del suministro ecuatoriano.
Una enfermedad sin cura
El TR4 es un hongo que afecta directamente a las raíces de la planta y, hasta ahora, no existe tratamiento posible. La única estrategia es contener su propagación a través de estrictas medidas de bioseguridad, que incluyen vallas alrededor de las zonas contaminadas y la desinfección rigurosa de herramientas, ropa y vehículos agrícolas.
"Esto implica instalar vallas alrededor de las zonas afectadas y desinfectar todo lo que entra y sale de las plantaciones", explicó Denis Loeillet, economista del CIRAD, organización internacional dedicada a la investigación agronómica.
La experiencia de países como Perú, donde la enfermedad apareció en 2021, demuestra que cuando las medidas no se aplican con suficiente rigor, zonas completas deben ser abandonadas. En otros lugares, como Colombia o Filipinas, se ha aprendido a convivir con el TR4, aunque a un costo elevado en términos de productividad y control permanente.
A corto plazo, los especialistas estiman que el suministro mundial no sufrirá caídas significativas en volúmenes. Sin embargo, la aplicación de protocolos de bioseguridad incrementará los costos de producción en Ecuador.
"Las medidas de bioseguridad que se deben aplicar con carácter urgente aumentarán los costos de producción", advirtió Loeillet. Esta presión podría trasladarse a la cadena comercial: las cadenas de supermercados y mayoristas internacionales probablemente enfrenten precios más altos en sus próximas negociaciones, lo que terminaría repercutiendo en los consumidores.
La llegada del TR4 a Ecuador expone con crudeza las limitaciones del banano Cavendish, la variedad que domina el comercio internacional desde la década de 1960. Aunque es altamente productiva y resistente a viajes largos, su homogeneidad genética la hace extremadamente vulnerable a plagas y enfermedades.
El TR4 ya se había detectado en 25 países productores antes de llegar a Ecuador, pero el golpe a la nación líder en exportaciones marca un hito para la industria global. "Es la señal de que ha llegado el momento de diversificar variedades o de invertir más en programas de resistencia genética", opinan especialistas.
Respuestas en investigación
La urgencia de buscar alternativas no pasa desapercibida en los centros de investigación. En Francia, el CIRAD lidera el proyecto Bana+, con una inversión de 7,5 millones de euros, que busca desarrollar variedades resistentes no solo al TR4, sino también a la cercosporiosis negra, otra de las principales amenazas fúngicas para el banano.
La meta es ofrecer opciones que reduzcan la dependencia del Cavendish y que permitan al sector bananero global adaptarse a un contexto donde las plagas y el cambio climático exigen nuevas soluciones.
Para Ecuador, el reto inmediato es contener la propagación del TR4 y garantizar a sus socios comerciales que los protocolos de bioseguridad se cumplen de forma estricta. A nivel global, la noticia reaviva la discusión sobre la necesidad de innovar en genética, diversificar variedades y reforzar la cooperación internacional en investigación agrícola.
Si bien el suministro no se verá diezmado en los próximos meses, la llegada de TR4 al mayor exportador mundial de banano representa un cambio de reglas en el comercio internacional de esta fruta que alimenta a millones de hogares en todos los continentes.