Ecuador

Ecuador desaprovecha el potencial del café.

La caficultura ecuatoriana atraviesa una de sus peores crisis: baja producción, rendimientos limitados y falta de políticas públicas impiden reactivar un sector con enorme capacidad de expansión.

El café, que durante décadas fue uno de los grandes símbolos de la agricultura ecuatoriana, vive hoy un escenario crítico. Provincias con tradición cafetalera como Manabí, Loja, Zamora Chinchipe y Pichincha han visto disminuir drásticamente sus áreas productivas en los últimos 15 años, debido al abandono institucional, la falta de políticas públicas y un deterioro en los rendimientos.

Según la Asociación Nacional de Exportadores de Café (ANECAFÉ), el país produce actualmente apenas 150.000 sacos anuales, cifra que no solo se ubica muy por debajo de los registros históricos, sino que resulta insuficiente para cubrir el consumo interno, estimado en más de 300.000 sacos. Esta brecha convierte a Ecuador en un país importador neto de café, un hecho paradójico para un territorio con condiciones naturales privilegiadas para el cultivo.

"Ecuador tiene tierras y clima ideales, pero se ha convertido en deficitario. Hoy cafeterías e industrias deben importar para abastecerse, lo que refleja el abandono que ha sufrido este cultivo tradicional", advirtió el gerente de ANECAFÉ, Pablo Pinargote.

Bajos rendimientos y ausencia de políticas públicas

El 2025 volvió a evidenciar la fragilidad del sector. Las fuertes lluvias registradas entre noviembre y enero redujeron hasta en un 30% la producción, agravando la ya limitada oferta nacional. A pesar de que los precios internacionales se ubican en torno a 370-400 dólares por quintal, niveles históricos para la caficultura mundial, los productores ecuatorianos no pueden capitalizar esta bonanza.

El motivo está en los bajos rendimientos: mientras países vecinos alcanzan promedios de 25 quintales por hectárea, Ecuador apenas logra entre 5 y 6 quintales. Esta diferencia resta competitividad y reduce la rentabilidad del productor, generando un círculo vicioso de abandono y descapitalización.

A ello se suma la falta de información oficial actualizada. No existe un censo de caficultores ni datos precisos sobre áreas sembradas, lo que dificulta la planificación y el diseño de programas de apoyo. "Sin información, no hay política pública posible", enfatizan los exportadores.

La creación de una Mesa Nacional del Café buscaba ser el espacio para construir una hoja de ruta entre productores, Estado, academia y sector privado. Sin embargo, hasta ahora no ha generado resultados concretos. "Hemos tenido reuniones, acuerdos ministeriales y buenas intenciones, pero seguimos esperando acciones urgentes. El café no puede esperar más", reclamó Pinargote.

Un cultivo con potencial desaprovechado

Lo que más preocupa al sector es que, a pesar de la crisis, el café es uno de los cultivos con mayor potencial inmediato de expansión. Ecuador podría alcanzar una producción de 2 millones de sacos en pocos años, con tierras y conocimientos disponibles. Esto no solo permitiría cubrir la demanda interna, sino también generar excedentes exportables, divisas y empleo rural.

El país ya cuenta con reconocimiento internacional por la calidad de su grano -particularmente en variedades especiales y diferenciadas-, pero la falta de apoyo técnico y de políticas de incentivo mantiene a la caficultura en un estado de rezago.

"Lo que falta no son recursos naturales ni productores capacitados; lo que falta es una estrategia nacional clara, con visión de largo plazo. Si seguimos sin rumbo, corremos el riesgo de perder definitivamente uno de nuestros cultivos más emblemáticos", advierten desde ANECAFÉ.

En un contexto donde el consumo global de café continúa en expansión y los precios internacionales ofrecen márgenes atractivos, el desafío de Ecuador es decidir si quiere volver a ser protagonista en la caficultura mundial o resignarse a importar un producto que históricamente lo distinguió en la región.

Agrolatam.com
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