El Salvador produce menos granos básicos: preocupación en el agro por caída de cultivos esenciales
Agricultores denuncian alza de costos, falta de incentivos y reducción de áreas sembradas. Mientras crece la dependencia de las importaciones, el país pierde capacidad para sostener su seguridad alimentaria.
La producción nacional de granos básicos en El Salvador muestra una preocupante tendencia a la baja. Datos oficiales del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) revelan que, durante el ciclo agrícola 2023-2024, se sembraron 20.000 manzanas menos que el año anterior, una disminución que impacta directamente en el abastecimiento de maíz, frijol, arroz y sorgo.
Esta caída, según denuncian agricultores y representantes de gremios rurales, responde a un cóctel de factores: el aumento sostenido de los costos de producción, la reducción de apoyos estatales, la falta de crédito accesible y los efectos del cambio climático.
"Ya no es rentable sembrar. Muchos pequeños productores prefieren abandonar sus parcelas que endeudarse sin garantías de cosecha", aseguró un representante de la zona paracentral, donde el área cultivada cayó significativamente.
El maíz y el frijol, pilares de la dieta salvadoreña, muestran una reducción notable tanto en área como en rendimiento por hectárea. Además, las lluvias irregulares y la limitada asistencia técnica han empeorado el panorama.
Menos siembras, más importaciones: un modelo en disputa
A la par de la caída productiva, las importaciones de alimentos siguen creciendo. Solo en 2023, El Salvador compró al exterior más de $1.500 millones en productos alimenticios, incluyendo granos básicos que antes eran cultivados localmente.
Este fenómeno refleja una dependencia creciente del mercado internacional, lo que vuelve al país más vulnerable a la volatilidad de precios globales y a posibles interrupciones logísticas.
Desde el sector agropecuario cuestionan que, mientras se promueven megaproyectos y campañas mediáticas, la agricultura familiar -que abastece la mesa nacional- queda relegada. Exigen una política agrícola coherente, con enfoque territorial, acceso real a insumos y programas de asistencia adaptados a la realidad climática.
Organizaciones rurales también advierten que la falta de inversión pública en el campo está desincentivando a las nuevas generaciones a dedicarse a la agricultura, lo que podría agravar la crisis productiva en el mediano plazo.
Si no se toman medidas urgentes, la reducción en la producción nacional de granos podría derivar en aumentos de precios, menor disponibilidad y una erosión continua de la soberanía alimentaria.