Haití

Haití apuesta por una diplomacia agrícola para fortalecer su soberanía alimentaria

En medio de una crisis estructural, Haití impulsa una estrategia de cooperación Sur-Sur con foco en el desarrollo agropecuario. Buscan atraer inversión, transferencia de tecnologías y alianzas con países de América Latina, África y Asia para potenciar su sector agrícola y combatir la inseguridad alimentaria.

Agrolatam.com
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Haití da un paso estratégico para rescatar su producción agrícola, afectada por décadas de crisis política, desastres naturales y una creciente inseguridad alimentaria. El gobierno lanzó una iniciativa de diplomacia agrícola basada en el modelo de cooperación Sur-Sur, con el objetivo de establecer alianzas productivas con países de América Latina, el Caribe, África y Asia.

La propuesta fue presentada por el Ministerio de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural de Haití, en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el respaldo de organismos multilaterales y socios técnicos de la región. La meta: fortalecer las capacidades agrícolas nacionales, mejorar la resiliencia de las comunidades rurales y construir un modelo de desarrollo agropecuario sostenible.

En la actualidad, Haití importa más del 50% de los alimentos que consume. La limitada productividad local, la escasa mecanización, el deterioro de los suelos y la fragmentación del tejido rural agravan un escenario marcado por la pobreza extrema. El país ocupa uno de los últimos lugares en los índices globales de seguridad alimentaria.

La nueva diplomacia agrícola busca revertir esta tendencia a través de acuerdos de cooperación técnica, inversión extranjera directa y transferencia de conocimiento aplicado al campo. Países como Cuba, Venezuela, Brasil, Kenia, India y Vietnam figuran entre los potenciales aliados.

El enfoque Sur-Sur permite a Haití dialogar con países que han atravesado desafíos similares y que pueden ofrecer modelos de desarrollo agropecuario adaptados a contextos de bajos recursos. Además, estos acuerdos promueven relaciones más horizontales y solidarias, sin las condiciones financieras restrictivas de otros esquemas multilaterales.

Uno de los ejes centrales del programa será la capacitación de técnicos y agricultores haitianos. Para ello, se plantea la creación de centros binacionales de formación agropecuaria, que combinan enseñanza práctica, acceso a tecnologías apropiadas y acompañamiento en procesos de reconversión productiva.

También se contempla el desarrollo de proyectos piloto en agroecología, biofertilizantes, manejo de semillas criollas y cadenas de valor locales, especialmente en cultivos estratégicos como maíz, yuca, frijol, arroz y hortalizas. El objetivo es reducir la dependencia de alimentos importados y generar empleo rural.

Desde el plano institucional, Haití planea crear una plataforma interministerial de diplomacia agrícola, que actúe como nodo de articulación con embajadas, organismos de cooperación y agencias técnicas. Esta estructura será clave para monitorear resultados, gestionar fondos y garantizar la continuidad política de los proyectos.

Analistas internacionales valoran positivamente la estrategia haitiana, aunque advierten que su éxito dependerá de la estabilidad interna, la transparencia en la gestión de recursos y la seguridad territorial para implementar proyectos rurales.

El contexto actual presenta tanto riesgos como oportunidades. La creciente atención internacional sobre Haití podría traducirse en una ventana de apoyo técnico y financiero si se construye una narrativa coherente basada en resultados medibles.

La agricultura representa cerca del 20% del PBI haitiano y emplea a más del 40% de la población activa, sobre todo en zonas rurales. Por ello, su fortalecimiento es clave no solo para la seguridad alimentaria, sino también para la reconstrucción del tejido social, el arraigo comunitario y la prevención de conflictos.

A través de esta diplomacia agrícola, Haití no solo busca más hectáreas cultivadas o toneladas producidas, sino un nuevo pacto rural que devuelva dignidad, autonomía y futuro al campo haitiano. La cooperación Sur-Sur, bien gestionada, puede ser el instrumento para activar un cambio profundo desde la raíz de la tierra.

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