Entre la tierra y el mar: Haití lucha por conservar sus últimos manglares
La crisis ambiental en Haití pone en evidencia la fragilidad de estos ecosistemas y la urgencia de protegerlos. La tala para carbón vegetal, la violencia y el abandono de proyectos amenazan lo poco que queda.
Haití y sus manglares: la pérdida de un escudo natural que protege vidas, costas y biodiversidad
Cada 26 de julio se conmemora el Día Internacional de la Conservación del Manglar, una fecha que busca generar conciencia sobre la importancia de estos ecosistemas únicos, ubicados entre el agua salada del mar y la tierra firme. Son barreras naturales contra tormentas, hábitats esenciales para la biodiversidad marina, fuentes de sustento para comunidades costeras y uno de los ecosistemas más eficaces para capturar carbono.
Pero en países como Haití, la realidad es alarmante: la superficie de manglares se ha reducido a menos del 30% de su cobertura original en la línea costera. El motivo principal es la tala indiscriminada para la producción de carbón vegetal, un combustible de uso común para cocinar en hogares sin acceso a otras fuentes de energía.
A nivel mundial, los manglares están desapareciendo entre tres y cinco veces más rápido que el resto de los bosques. En los últimos 40 años, se ha perdido la mitad de su cobertura global. En el caso de Haití, esta reducción se combina con una de las tasas de deforestación más altas del planeta, lo que agrava su vulnerabilidad ante fenómenos climáticos extremos.
Restaurar en medio del abandono y la violencia: desafíos que superan lo ambiental
Aunque en años recientes se han impulsado proyectos de restauración de manglares en Haití, muchos de ellos han sido abandonados por falta de financiamiento, continuidad técnica o interés político. Y hoy, un nuevo obstáculo impide avanzar: la violencia.
El aumento de conflictos armados en zonas costeras ha hecho que los equipos de restauración ya no puedan operar con seguridad sobre el terreno. Esto ha dejado muchos proyectos paralizados y ha aumentado el riesgo de que los pocos manglares restantes desaparezcan sin posibilidad de recuperación.
Pero perder un manglar no es solo perder árboles: es perder un escudo natural. Estudios internacionales muestran que una franja de solo 500 metros de manglar puede reducir la altura de las olas entre un 50 y un 99%, lo que protege viviendas, cultivos y vidas humanas durante tormentas y huracanes. En Haití, donde la costa es altamente vulnerable, esta función es esencial.
Además, un solo hectárea de manglar puede almacenar hasta 3.754 toneladas de carbono, equivalente a las emisiones anuales de más de 2.600 automóviles. Su desaparición no solo expone al país a daños costeros, sino que agrava su huella de carbono y su vulnerabilidad al cambio climático.
Los manglares también son criaderos naturales para peces, moluscos y crustáceos, que sostienen actividades de pesca artesanal en zonas rurales. Su pérdida no solo tiene consecuencias ecológicas, sino directas sobre la seguridad alimentaria y los ingresos de comunidades costeras.