Haití invirtió US$500.000 en mecanización agrícola, pero las herramientas siguen sin usarse
Un programa financiado por el BID desarrolló innovadoras herramientas agrícolas para pequeños productores, pero los equipos permanecen archivados en el Ministerio de Agricultura sin llegar al campo.
A pesar de una inversión de medio millón de dólares para impulsar la mecanización agrícola en Haití, los resultados del programa permanecen sin aplicación práctica, mientras los agricultores continúan trabajando con herramientas rudimentarias.
El proyecto, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) bajo el Programa de Innovación Tecnológica en Agricultura y Agroforestería (PITAG), fue lanzado en el otoño de 2020 con el propósito de modernizar la agricultura a pequeña escala y reducir la carga física de los productores rurales. Sin embargo, un año después de su finalización, las máquinas y documentos técnicos permanecen almacenados en el Ministerio de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural (MARNDR).
El programa desarrolló cinco paquetes técnicos y diez herramientas agrícolas adaptadas al terreno haitiano, entre ellas una sembradora de tracción animal, un taladro manual, un descascarador de maíz y una hoz para la cosecha de cacao. Todas fueron diseñadas como soluciones asequibles, de bajo mantenimiento y fabricación local.
"No escribimos documentos para guardarlos en un cajón, ni diseñamos muestras destinadas a desaparecer", lamentó Bénédique Paul, director del proyecto y economista agrícola. "Es la primera vez que Haití recibe fondos para investigación e innovación en agricultura; ahora es momento de usarlos."
Innovación bloqueada por la burocracia
El proyecto fue el primero en su tipo en el país: buscaba ofrecer alternativas de mecanización accesible frente a los costosos tractores importados que suelen quedar fuera de servicio por falta de repuestos. Según Paul, el MARNDR había distribuido tractores en el pasado, pero la mayoría dejó de funcionar en menos de un año. "Algunos incluso fueron desmantelados o usados para fines privados", explicó.
Para desarrollar la tecnología, la Universidad Quisqueya (UniQ), en Puerto Príncipe, reclutó expertos internacionales, entre ellos el ingeniero marfileño Sébastien Kouamé, quien trabajó junto a Tillers International (EE.UU.) y el Instituto Superior de Agricultura (ISA) de Santiago, República Dominicana. Juntos diseñaron equipos adaptados a las condiciones del país y capacitaron a técnicos locales.
El programa también fortaleció la formación técnica: Haití cuenta con 50 escuelas de agronomía, pero antes del PITAG ninguna enseñaba mecanización agrícola. Hoy, gracias al proyecto, la UniQ es la única universidad que imparte esta materia.
Pese a los logros técnicos, el Ministerio de Agricultura mantiene las herramientas y los estudios en revisión. "Deben ser examinados y aprobados antes de ser liberados al público", afirmó Frantzy Joseph, director de Divulgación del MARNDR, sin precisar plazos. Esta demora, según los especialistas, refleja la inercia administrativa que frena la modernización agrícola haitiana desde hace décadas.
En un país donde el 45-50 % de la población trabaja en el agro, pero el sector aporta menos del 20 % del PIB, la falta de acceso a crédito, mecanización e infraestructura limita el desarrollo. Haití importa más de la mitad de sus alimentos, y la inseguridad rural ha desplazado a miles de productores, agravando la crisis alimentaria.
En las zonas agrícolas de Léogâne, los campesinos siguen trabajando con azadones, picos y machetes. Nathanael Déralus, de 70 años, labra su parcela a mano. "Desde joven trabajo así. Ya tengo dolor de espalda y piernas, pero no puedo parar", dice bajo el sol. Otro agricultor, Milot Vilias, comenta: "El trabajo manual nos envejece rápido. Por eso muchos jóvenes prefieren manejar motos que cultivar."
Ambos desconocen que herramientas como la sembradora animal o el taladro agrícola, creadas con fondos del BID, ya existen y podrían facilitarles el trabajo.
Una oportunidad para modernizar el agro haitiano
El proyecto del PITAG fue concebido para mejorar el rendimiento de los cultivos, reducir el esfuerzo físico y motivar a los jóvenes a regresar al campo. Para el profesor Vladimyr Léveillé, experto en ingeniería industrial, el país necesita crear un ecosistema de innovación agrícola que incluya escuelas técnicas, talleres de reparación y producción local de repuestos.
"La investigación debe traducirse en acción; de lo contrario, será solo otro informe en un estante", advirtió. Según él, el futuro de la agricultura haitiana depende de convertir la innovación en herramientas concretas, disponibles para los productores rurales.
Haití fue en el pasado un exportador clave de café, arroz, azúcar y cacao, pero décadas de deforestación, mala gestión y falta de inversión destruyeron su base productiva. Hoy importa el 60 % de sus alimentos y enfrenta una crisis de inseguridad alimentaria que afecta a más de 3,3 millones de personas, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
El proyecto de mecanización del BID pudo ser un punto de partida para revertir esa tendencia, pero permanece detenido por trámites burocráticos. Para los investigadores y agricultores, el mensaje es claro: la modernización del campo no puede seguir esperando.