América Latina

La Niña reaparece y eleva el riesgo de sequías en Argentina y Brasil

El fenómeno podría afectar la producción agrícola del Cono Sur, con impactos en energía, mercados y patrones de temperatura global.

El fenómeno de La Niña ha vuelto a formarse en el océano Pacífico ecuatorial, elevando las probabilidades de sequías en las principales zonas agrícolas de Argentina y Brasil, según el Centro de Predicción Climática de Estados Unidos (CPC).
El organismo confirmó que el evento se instaló durante septiembre y que persistirá hasta febrero de 2026, aunque con una intensidad débil a moderada.

La Niña se caracteriza por un enfriamiento anómalo de las aguas del Pacífico tropical, lo que altera la circulación atmosférica y modifica los patrones globales de lluvia y temperatura.
En Sudamérica, suele generar déficit hídrico en el sur de Brasil, el litoral argentino y zonas del Uruguay y Paraguay, mientras que en el norte del continente favorece precipitaciones más abundantes.

Los expertos advierten que, aunque este episodio no se proyecta como severo, las condiciones actuales de humedad del suelo y las reservas hídricas podrían amplificar los efectos sobre los cultivos de soja, maíz y trigo.

Riesgo creciente para el agro del Cono Sur

Según los modelos del CPC, la probabilidad de continuidad de La Niña hasta el verano austral supera el 70 %, lo que representa un riesgo adicional para las campañas agrícolas 2025/26 en el Cono Sur.
Las zonas más expuestas incluyen el sur de Brasil (Paraná, Rio Grande do Sul y Santa Catarina), el noreste argentino y el centro del país, regiones donde los productores ya enfrentan reservas de humedad por debajo del promedio.

Durante los episodios anteriores de La Niña, estos territorios registraron reducciones de rendimiento de hasta 25 % en soja y maíz, además de pérdidas ganaderas por falta de pasturas y estrés térmico.
En contraste, regiones como norte de Brasil y Perú podrían experimentar precipitaciones superiores al promedio, lo que beneficiaría algunos cultivos tropicales y la generación hidroeléctrica.

La científica del Centro de Predicción Climática, Michelle L'Heureux, explicó que los efectos globales dependerán de la intensidad del fenómeno:

"Esperamos que este evento sea débil, por lo que los cambios en el Pacífico tal vez no logren modificar de forma tan efectiva la circulación global".

Aun así, el impacto sobre el comercio agrícola y energético podría sentirse, ya que los mercados internacionales reaccionan rápidamente a cualquier indicio de sequía en Sudamérica, un proveedor clave de granos y proteínas a nivel mundial.

Efectos en el clima global y la energía

La Niña no solo afecta a América del Sur. En América del Norte, provoca un invierno más frío en el Medio Oeste y las Grandes Llanuras de EE. UU., con posibles heladas tempranas que influyen en la demanda de gas natural y combustibles para calefacción.
Al mismo tiempo, en la costa este de EE. UU., las previsiones indican un invierno más templado y lluvioso, mientras que en Japón y el noroeste de Canadá se esperan temperaturas por debajo del promedio.

Históricamente, los inviernos bajo condiciones de La Niña alteran las trayectorias de tormentas en Norteamérica, desplazándolas hacia el noreste.
Esto genera más lluvia y menos nieve en ciudades como Nueva York o Washington, lo que afecta la gestión de recursos hídricos y el transporte.

En el ámbito energético, el patrón climático también influye en la distribución de la radiación solar y la velocidad del viento, factores que condicionan la generación de energía renovable.
El aumento de temperaturas extremas en algunas zonas y la sequedad en otras podrían tensionar los mercados eléctricos, especialmente en Europa y América.

Una tendencia más frecuente desde 1980

De acuerdo con L'Heureux, desde 1980 los eventos de La Niña han sido casi el doble de frecuentes que los de El Niño, lo que indica un cambio de patrón en la oscilación climática del Pacífico tropical.
Ambos fenómenos forman parte del sistema conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), que influye directamente sobre los regímenes de lluvia, las corrientes oceánicas y la productividad agrícola global.

"Es difícil determinar cuánto del cambio a largo plazo se mezcla con las variaciones naturales del ENSO, pero es un campo activo de investigación", señaló la especialista.

El incremento en la frecuencia de La Niña preocupa especialmente a los países agrícolas del hemisferio sur, donde las sequías recurrentes comprometen la estabilidad productiva y la planificación del riego.
Tanto Brasil como Argentina iniciarán la nueva campaña con reservas de agua en niveles críticos, por lo que las lluvias de primavera serán determinantes para definir la siembra y los primeros estadios vegetativos de los cultivos.

Si las precipitaciones no se normalizan, los impactos podrían sentirse en los mercados de granos, impulsando los precios internacionales y reconfigurando los flujos comerciales en 2026.

Agrolatam.com
Esta nota habla de: