Papayas brasileñas sostienen ventas en EE.UU. pese al arancel
El transporte aéreo ayuda a mitigar el impacto del 50 %, aunque los mayores costos reducen la competitividad frente a otras frutas.
Brasil atraviesa actualmente su temporada alta de papayas, que se extiende de septiembre a noviembre. En este período, los volúmenes de producción alcanzan su punto máximo, aunque este año se ubican un 20 % por debajo de 2024 debido a condiciones climáticas más húmedas y a una menor superficie sembrada. Pese a esa caída relativa, la fruta brasileña mantiene un flujo estable hacia su principal destino: Estados Unidos.
El 6 de agosto de 2025 entró en vigor el arancel del 50 % sobre productos brasileños decretado por la administración de Donald Trump, una medida que incluye a las papayas. A priori, se esperaba que este nuevo escenario arancelario complicara la llegada de fruta a los puertos estadounidenses. Sin embargo, el efecto ha sido más moderado de lo previsto gracias a un factor clave: la mayoría de los embarques se realizan por vía aérea.
El cálculo de los aranceles se aplica sobre el valor FOB de la fruta. En el caso de la papaya, el costo del flete aéreo representa una porción significativa del precio final, lo que hace que el impuesto adicional pese relativamente menos en el total. De esta manera, el transporte aéreo se transformó en una válvula de escape que suavizó el golpe arancelario, permitiendo sostener la demanda estadounidense.
La presión de los costos logísticos
Si bien el transporte aéreo atenúa el impacto del impuesto, también encarece los costos de exportación. A esto se suman aumentos generales en los fletes internacionales y la presión del propio arancel, lo que redunda en márgenes más ajustados para productores y exportadores.
El resultado se refleja en el consumidor final: en los supermercados de Estados Unidos, la papaya brasileña aparece con precios más altos, lo que limita su capacidad de competir con otras frutas tropicales o de estación. Esta situación marca un desafío para la cadena de valor, que debe equilibrar rentabilidad y presencia en góndola.
La mayor parte de las papayas brasileñas proviene del norte de Espírito Santo, en municipios con tradición en la producción frutícola. También destacan zonas del Nordeste, especialmente Rio Grande do Norte y Ceará, que aportan de manera creciente al abastecimiento. En estas regiones, la papaya se ha consolidado como un cultivo estratégico por su aporte económico y su capacidad de generar empleo rural.
El sistema productivo enfrenta, no obstante, retos de sustentabilidad. Las lluvias intensas en algunas áreas han afectado la floración y reducido la productividad, mientras que la disminución de superficie sembrada responde a decisiones empresariales para contener costos y priorizar rentabilidad. Aun así, Brasil conserva una ventaja competitiva: su capacidad de producir papaya todo el año, lo que asegura un flujo continuo hacia sus mercados externos.
A pesar del encarecimiento, los consumidores estadounidenses mantienen su preferencia por la papaya brasileña. El sabor característico, el valor nutricional y la disponibilidad durante todo el año son factores que sostienen la demanda. La fruta es valorada tanto para el consumo en fresco como en la industria de jugos y alimentos procesados.
Este escenario demuestra que, incluso en contextos de mayor proteccionismo, ciertos productos agrícolas logran sostenerse en el mercado gracias a su diferenciación y constancia en la calidad.
El sector exportador brasileño apuesta a la diversificación de destinos como camino para reducir la dependencia de Estados Unidos. En este sentido, Europa y América Latina aparecen como mercados alternativos, aunque el primero impone mayores exigencias en normas fitosanitarias y certificaciones, mientras que el segundo ofrece márgenes de crecimiento más acotados.
Eventos internacionales como Fruit Attraction en Madrid se presentan como vitrinas para reforzar vínculos comerciales y abrir oportunidades en nuevos mercados. Allí, los exportadores brasileños buscan mostrar el potencial de la papaya y posicionarla frente a compradores europeos que valoran tanto la calidad como la disponibilidad de fruta en contraestación.
Los analistas esperan que el mercado se mantenga estable, aunque con presión sobre los precios minoristas. El verdadero desafío será sostener la competitividad frente a frutas que no cargan con un arancel tan elevado y que llegan a las góndolas a valores más accesibles.
La apuesta de Brasil pasa por garantizar regularidad en la oferta y calidad homogénea, mientras evalúa mecanismos de apoyo gubernamental y alianzas logísticas que permitan compensar el mayor costo operativo.
En síntesis, la papaya brasileña demuestra resiliencia frente a un escenario complejo: el arancel estadounidense encarece su comercialización, pero el transporte aéreo, la fidelidad del consumidor y la capacidad productiva del país han evitado una caída drástica de la demanda.