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Perú logra producir arándanos todo el año gracias a la innovación genética

Perú consolida su liderazgo mundial en exportaciones de arándanos gracias a una revolución genética que extendió su calendario productivo a las 52 semanas del año, transformando al berry en un emblema de innovación agrícola.

El arándano peruano ya no es solo un producto estrella de la agroexportación: es un caso de estudio en ingeniería agrícola. En la última campaña, las exportaciones superaron los US$ 2.270 millones, una cifra récord que confirma la madurez de un sector que dejó de depender del calendario y convirtió la genética en su mayor ventaja competitiva.

El país mantiene el primer lugar mundial en volumen y rendimiento, con una productividad promedio de 19 toneladas por hectárea, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Sin embargo, lo más relevante no es la magnitud de la cosecha, sino cómo el Perú logró romper la barrera de la estacionalidad mediante una transformación genética sin precedentes.

De picos de cosecha a producción continua

Hasta hace pocos años, la temporada fuerte del arándano se concentraba entre agosto y diciembre, un esquema que saturaba los mercados internacionales y generaba fuertes presiones sobre los precios. La sobreoferta durante esos meses reducía márgenes y exponía a los exportadores a riesgos logísticos y climáticos.

La nueva estrategia -conocida en el sector como "elevación de los valles"- busca justamente lo contrario: extender los periodos de producción y suavizar los picos de cosecha para garantizar oferta estable durante todo el año. El concepto, impulsado por el Midagri y la industria privada, parte de una idea sencilla pero disruptiva: la continuidad es más rentable que la abundancia puntual.

Para lograrlo, los productores emprendieron una reconversión genética masiva, reemplazando variedades tradicionales por nuevas genéticas capaces de adaptarse a distintos microclimas y manejar con precisión los ciclos de floración y fructificación.

Hace menos de una década, la variedad Biloxi dominaba el 60 % de las plantaciones certificadas. Hoy su presencia cayó al 16 %, desplazada por un portafolio de más de 60 variedades, entre ellas Ventura y las variedades de club, como Sekoya Pop, que ya supera el 14 % del área cultivada.

Estas genéticas se caracterizan por su plasticidad fenológica, es decir, la capacidad de ajustarse a diferentes condiciones climáticas y de manejo agronómico. Con podas controladas, riego de precisión y un diseño de fertilización ajustado a cada etapa, los productores pueden inducir floraciones escalonadas y sostener fruta fresca los 12 meses del año.

Ventaja estructural y resiliencia climática

Gracias a esta diversificación genética, el Perú se consolidó como el único proveedor global con capacidad de entrega continua, una ventaja que lo posiciona como socio estratégico de los grandes supermercados y cadenas minoristas internacionales, que operan bajo esquemas just-in-time y requieren abastecimiento permanente y predecible.

La estabilidad productiva también genera beneficios logísticos: permite programar envíos más regulares, optimizar los costos de transporte y evitar los cuellos de botella que se producen en los picos de exportación. Con volúmenes estables, las navieras y aerolíneas pueden mantener rutas más frecuentes, reduciendo demoras y mejorando la calidad del producto en destino.

Pero la innovación genética no solo estabiliza precios y mejora la competitividad; también actúa como seguro biológico ante el cambio climático. La diversidad varietal -distribuida a lo largo de la costa peruana y en diferentes altitudes- ofrece resistencia diferencial a eventos extremos como El Niño o La Niña. Si una zona o variedad se ve afectada, otras pueden compensar los volúmenes.

La rápida recuperación del sector tras la crisis climática de 2023 es prueba del éxito de esta estrategia. La resiliencia no proviene de la suerte, sino de una inversión sostenida en ciencia y genética aplicada al campo.

Aun así, el crecimiento plantea nuevos retos estructurales. La expansión productiva prevista para 2025, reflejada en el último IBO Report, exige una infraestructura logística y científica a la altura del liderazgo peruano: puertos más eficientes, procesos aduaneros ágiles y mayor inversión en investigación y desarrollo en manejo hídrico y biotecnología vegetal.

Capital humano y transformación social

El impacto del arándano trasciende lo económico. La sofisticación tecnológica de la agroindustria está profesionalizando al trabajador rural, que hoy necesita dominar sistemas de riego automatizado, calibradores ópticos, control biológico y certificaciones internacionales.

Esa demanda técnica ha impulsado una formación laboral especializada, elevando los ingresos y reduciendo la migración desde las zonas agrícolas hacia las ciudades. En torno al arándano se está gestando una nueva clase media rural, formada por jóvenes técnicos que encuentran en el agro moderno una oportunidad de desarrollo profesional y estabilidad económica.

A pesar de su dominio global, la industria peruana todavía enfrenta el desafío de ampliar sus destinos comerciales. Estados Unidos, la Unión Europea y China concentran la mayoría de las ventas, lo que constituye una vulnerabilidad estructural. Los crecimientos en Japón, Rusia y Argentina, aunque todavía modestos, muestran el potencial de expansión hacia nuevos mercados y la necesidad de diseñar una estrategia de diversificación geopolítica para reducir la dependencia de los socios tradicionales.

Agrolatam.com
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