Residuos de la pesca se transforman en fertilizante para recuperar espacios públicos en Perú
Un proyecto piloto convierte desechos de una planta pesquera en abono orgánico para mejorar suelos urbanos, marcando un avance hacia la economía circular en la industria.
En la costa norte del Perú comenzó a implementarse un programa que busca dar un nuevo uso a los residuos generados por la industria pesquera, transformándolos en fertilizante orgánico destinado a recuperar espacios públicos. La iniciativa surge como respuesta a una problemática común: toneladas de desechos que, hasta ahora, terminaban en rellenos sanitarios sin mayor aprovechamiento.
El modelo consiste en recolectar los residuos derivados de la limpieza de los equipos de procesamiento de pescado y someterlos a un proceso de compostaje gestionado por empresas ambientales especializadas. De esta manera, lo que antes era considerado un pasivo ambiental se convierte en un recurso útil.
El primer resultado concreto ya está en marcha: 800 kilos de abono fueron entregados al municipio de Rázuri, en la región La Libertad, donde serán aplicados en la plaza principal y en distintas áreas verdes del distrito. Para los vecinos, este cambio no solo implica contar con espacios públicos mejorados, sino también un paso hacia una convivencia más armónica con las actividades industriales que conviven en la zona.
Durante años, los desechos de la industria pesquera fueron tratados como un problema que debía resolverse con disposición final en rellenos sanitarios. Hoy, la tendencia global apunta a cerrar ciclos productivos y aprovechar los subproductos.
En el caso de la planta de Malabrigo, el programa establece que más del 85 % de los residuos logren destinarse a nuevos procesos productivos, con la meta de avanzar hacia un modelo de "cero residuos". Este enfoque no solo reduce la huella ambiental, sino que también genera impactos sociales positivos, al fortalecer la relación entre la industria y las comunidades costeras.
Economía circular en la pesca
La propuesta se enmarca en un contexto más amplio de economía circular aplicada a la pesca y la acuicultura, donde distintos actores buscan dar valor a materiales que antes eran descartados. Desde programas de reciclaje de redes de pesca para la industria textil, hasta el uso de subproductos marinos para biocombustibles o suplementos alimenticios, las innovaciones marcan un camino de transformación en la cadena pesquera.
En este caso, la conversión de residuos en fertilizante representa un beneficio doble: mejora la gestión ambiental de la planta y ofrece un insumo para la agricultura y el cuidado de áreas verdes locales. Para los especialistas, se trata de un paso importante hacia la construcción de sistemas productivos más sostenibles y resilientes en un sector estratégico para el Perú, líder mundial en exportaciones de harina y aceite de pescado.
El modelo que se está probando en Malabrigo podría replicarse en otras localidades costeras donde la pesca industrial es una actividad central. De consolidarse, este esquema abriría la puerta a nuevas alianzas entre municipios, operadores ambientales y empresas pesqueras, generando una red de soluciones de impacto ambiental y social.
La experiencia peruana demuestra que, con innovación y articulación, es posible convertir un desecho en un recurso de valor, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las comunidades costeras y marcando un precedente para toda la región.