Chile

Pistachos en Sudamérica: sanidad y manejo para un cultivo en expansión

El pistacho avanza en Chile y Argentina como alternativa en tierras áridas. Su éxito depende de un manejo fitosanitario temprano y sostenible.

El pistacho se ha convertido en una de las apuestas más prometedoras para la diversificación agrícola en zonas áridas de Sudamérica. Argentina y Chile lideran el desarrollo regional, con experiencias en Cuyo y en valles semiáridos que han demostrado rendimientos competitivos frente a los grandes productores mundiales. En Argentina, San Juan concentra más del 90% de la superficie cultivada, con más de 6.500 hectáreas implantadas, mientras Mendoza, La Rioja y La Pampa completan el mapa productivo. Chile avanza más lentamente, pero con experiencias exitosas en la Región Metropolitana, donde huertos bien manejados alcanzan las 4 toneladas por hectárea.

Este crecimiento está acompañado por precios internacionales atractivos y por una demanda sostenida de frutos secos de alta calidad, lo que ha impulsado el interés de productores y de organismos públicos por consolidar al pistacho como una alternativa rentable. Sin embargo, como todo cultivo de introducción reciente, enfrenta desafíos sanitarios que requieren prevención y manejo profesional para evitar pérdidas en el mediano plazo.

Pistachos en Sudamérica: sanidad y manejo para un cultivo en expansión

Plagas y enfermedades en expansión controlada

La buena noticia es que, por ahora, los pistacheros sudamericanos no enfrentan la misma presión de plagas que en otras regiones productoras. Insectos devastadores como la polilla de la nuez aún no están presentes en la región. Pero existen enemigos locales que ya muestran impacto, como el escarabajillo defoliador (Labidostomis lusitanica), que en pocas horas puede deshojar árboles jóvenes en zonas de San Juan y Mendoza. También la chinche verde (Nezara viridula), adaptada al pistacho, afecta frutos en formación al succionar savia y causar manchas y deformaciones. A estos se suma el ácaro araña roja (Tetranychus urticae), que prospera en veranos secos y cálidos, debilitando el follaje.

En cuanto a enfermedades, las más relevantes son el tizón tardío por Alternaria spp., que ya se ha confirmado en huertos de San Juan, y la septoriosis, que provoca manchas foliares y caída prematura de hojas en temporadas húmedas. El complejo de Botryosphaeria spp. también representa una amenaza, causando necrosis en brotes y panículas. Otra enfermedad latente es la verticilosis (Verticillium dahliae), capaz de matar árboles completos si se utilizan portainjertos sensibles. La introducción del híbrido UCB1 en Argentina y Chile ha sido clave para reducir este riesgo.

Septoriosis

Septoriosis

Los técnicos coinciden en que la prevención es la herramienta más poderosa: monitoreo constante de hojas y brotes, revisión de malezas circundantes que hospedan plagas, instalación de trampas para detección temprana y diagnóstico de laboratorio en casos sospechosos. El uso de estaciones agrometeorológicas en los huertos ayuda a anticipar condiciones favorables para hongos como Alternaria y Septoria, evitando así intervenciones tardías.

Estrategias de manejo integrado para un cultivo sostenible

El enfoque recomendado para pistachos en Sudamérica es el Manejo Integrado de Plagas (MIP), que combina prácticas culturales, biológicas, químicas y mecánicas de manera equilibrada. Entre las técnicas culturales más efectivas se destacan la limpieza del huerto eliminando hojas caídas, la labranza invernal para destruir larvas del escarabajillo, el control selectivo de malezas hospederas y podas que favorezcan la aireación de la copa. El riego por goteo y la fertilización equilibrada son esenciales para mantener la resistencia natural del árbol.

En control biológico, se promueve la conservación de depredadores naturales como crisopas, mariquitas y arañas, capaces de regular poblaciones de insectos chupadores y defoliadores. En casos puntuales, los hongos entomopatógenos como Metarhizium anisopliae han mostrado eficacia contra plagas de suelo. El uso de pesticidas debe quedar restringido a situaciones en que el monitoreo confirme infestaciones por encima de umbrales de tolerancia. En San Juan y Mendoza, por ejemplo, productores han controlado al escarabajillo con aplicaciones puntuales de piretrinas naturales o piretroides sintéticos, siempre con cuidado de no afectar a enemigos naturales.

Metarhizium anisopliae

Metarhizium anisopliae

Las experiencias locales muestran que la implementación temprana de estas prácticas permite mantener el estatus sanitario del pistacho con mínima dependencia de agroquímicos, lo que fortalece su imagen como un producto saludable y sustentable en los mercados internacionales. Investigadores del CONICET y del INTA han confirmado que con monitoreo riguroso y un enfoque preventivo se pueden evitar epidemias fúngicas, mientras que productores chilenos reportan más de una década de huertos con bajos niveles de incidencia de plagas.

El pistacho en Sudamérica tiene una ventaja comparativa: aún goza de un bajo nivel de plagas y enfermedades respecto a los países líderes. Aprovechar esta ventana exige disciplina en el manejo fitosanitario, cooperación entre productores, técnicos y organismos oficiales, y generación de conocimiento adaptado a las condiciones locales. Si se consolida este enfoque, Argentina y Chile podrán posicionarse como regiones productoras de pistachos de calidad internacional, con un sello de sostenibilidad que el mercado valora cada vez más.

Agrolatam.com
Esta nota habla de: