Perú

El arándano peruano bajo presión: nuevas plagas amenazan su auge exportador

El boom del arándano en Perú enfrenta su primera gran prueba. Insectos emergentes como Scirtothrips dorsalis y Chloridea virescens ponen en riesgo un cultivo que sostiene miles de empleos y la reputación sanitaria del país.

El arándano peruano, símbolo del éxito agroexportador del país, atraviesa un momento de alerta. Detrás de cifras récord -más de 2.270 millones de dólares exportados en 2024 y un crecimiento del 57 % en volumen respecto al año anterior- se esconde una amenaza silenciosa: la expansión de plagas emergentes que están poniendo a prueba la sanidad y sostenibilidad del cultivo.

Según el investigador Jorge Castillo, de la Universidad Nacional Agraria La Molina, "el arándano sigue siendo un cultivo joven en Perú y su equilibrio fitosanitario aún se está construyendo". La combinación de nuevas variedades, condiciones climáticas cambiantes y un manejo intensivo ha creado un ecosistema favorable para la aparición de insectos que antes no estaban presentes.

Chloridea virescens

Chloridea virescens

Entre las plagas que más preocupan al sector destacan:

  • Chloridea virescens, conocida como gusano perforador del fruto, cuyas larvas dañan hojas, brotes y frutos, abriendo puertas a enfermedades.

  • Argyrotaenia sphaleropa, un gusano barrenador que afecta los brotes terminales y reduce la productividad.

  • Aleurodicus spp. o mosca blanca, que debilita las plantas al succionar la savia y favorece la aparición de fumagina.

  • Paranomala undulata peruviana, la llamada gallinita ciega, capaz de provocar defoliaciones masivas.

  • Cochinillas harinosas de los géneros Planococcus citri y Planococcus ficus, que se refugian en la base de la planta y facilitan la proliferación de hongos.

  • Y la más reciente, Scirtothrips dorsalis, o trips de los brotes, un insecto originario de Asia detectado en Perú hace apenas tres años.

Estas plagas no solo comprometen los rendimientos, sino que también afectan la calidad de exportación, clave para los exigentes mercados de Estados Unidos, Europa y China. "El problema no son solo los insectos, sino los sistemas de producción", advierte Castillo. "Los grandes monocultivos y la falta de diversidad vegetal crean un ambiente ideal para que las plagas prosperen. Son una consecuencia del modelo productivo".

La Mosquita de la Agalla del Arándano

La Mosquita de la Agalla del Arándano

El impacto ya se percibe en zonas clave como La Libertad, Lambayeque, Lima e Ica, donde los técnicos detectan brotes localizados que, de no controlarse, podrían extenderse rápidamente. Frente a esto, los especialistas promueven un enfoque de Manejo Integrado de Plagas (MIP), que combine distintas herramientas antes de recurrir a los insecticidas químicos.

El MIP propone una serie de prácticas coordinadas:

  • Selección de variedades adaptadas al clima y a la presión de insectos de cada zona.

  • Uso de control biológico mediante enemigos naturales, liberaciones programadas y bioinsecticidas.

  • Manejo cultural y mecánico, con podas sanitarias, limpieza de restos vegetales y monitoreo permanente.

  • Aplicaciones químicas solo como último recurso, respetando umbrales de acción definidos (por ejemplo, cuando se detectan más de cinco trips por brote).

  • Coordinación entre productores vecinos, dado que las plagas no reconocen límites entre fundos.

El reto, aseguran los técnicos, es mantener el liderazgo exportador sin comprometer la inocuidad ni la sostenibilidad. Perú se consolidó como primer exportador mundial de arándano, desplazando a Estados Unidos y Chile, y generando más de 120 mil empleos directos. Pero la expansión acelerada también trajo vulnerabilidades: zonas con estrés hídrico, suelos agotados y mayor dependencia de agroquímicos.

Algunos exportadores ya adoptan tecnologías de monitoreo digital, trampas automáticas y sensores climáticos para anticipar brotes. Otros ensayan rotación de cultivos y barreras biológicas para reducir la presión de insectos. Sin embargo, los expertos advierten que el éxito dependerá de una visión de conjunto. "Si cada productor actúa por su cuenta, no habrá control efectivo. Las plagas deben manejarse a escala regional", enfatiza Castillo.

Mientras los campos de arándano se preparan para una nueva campaña, el desafío está en lograr un equilibrio: mantener la competitividad internacional y, al mismo tiempo, asegurar la resiliencia fitosanitaria de un cultivo que se ha convertido en emblema del agro peruano.

Agrolatam.com
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