Un año de monitoreo revela nuevas alertas sobre la chicharrita en Uruguay
La Rumci cumplió su primer aniversario aportando datos inéditos sobre la plaga y el achaparramiento del maíz, con advertencias para la próxima zafra y un llamado a reforzar la articulación público-privada.
El achaparramiento del maíz irrumpió en la región como una amenaza inesperada y puso en el centro de la escena a un viejo conocido: la chicharrita (Dalbulus maidis). Frente a ese escenario, Uruguay dio un paso decisivo en 2024 con la creación de la Red Uruguaya de Monitoreo de la Chicharrita (Rumci), que este año celebró su primer aniversario con resultados que empiezan a delinear un mapa más claro de la problemática.
La red nació como respuesta a los primeros síntomas observados en los cultivos de verano 2023/2024 y, desde entonces, se propuso un seguimiento sistemático del insecto vector en distintas zonas del país. El esquema combina trampas amarillas y capturas activas con redes entomológicas, lo que permite registrar fluctuaciones poblacionales, analizar la influencia del clima y generar información útil para productores y técnicos.
Un año después, el balance muestra avances en varios frentes: desde la construcción de mapas de distribución de la plaga hasta la identificación de la variabilidad de patógenos transportados por los insectos. Lo más preocupante, sin embargo, fue el hallazgo de altas tasas de coinfección: en la zafra 2024/2025, la mitad de las chicharritas colectadas portaban patógenos y cada individuo tenía en promedio casi dos agentes infecciosos.
Lecciones del primer año
Durante el encuentro organizado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), investigadoras como Ximena Cibils y Silvina Stewart repasaron los aprendizajes obtenidos. Una de las principales conclusiones fue la importancia del monitoreo temprano y frecuente. Detectar al vector en etapas iniciales del ciclo es determinante: "El impacto en el rendimiento es mucho mayor cuando la inoculación ocurre en los primeros estadios", señaló Cibils.
La especialista también puso la lupa sobre el maíz de segunda, al que definió como "un cultivo que coincide con el momento más favorable para la chicharrita en su ciclo biológico". Por eso, en campañas donde se anticipa mayor presión, la recomendación es extremar precauciones si se decide sembrar en esa ventana.
El encuentro no solo sirvió para revisar lo hecho, sino también para discutir lo que viene. El ingeniero agrónomo Sebastián Mazzilli, director del Sistema Vegetal Intensivo de INIA, advirtió que los pronósticos climáticos apuntan a un verano bajo condiciones de Niña débil o neutro, lo que podría traducirse en una incidencia más baja de la plaga. Sin embargo, llamó a mantener una estrategia defensiva:
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privilegiar fechas de siembra más tardías, sin descartar completamente las tempranas;
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optar por densidades de siembra moderadas;
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y priorizar el uso de híbridos validados y con tolerancia comprobada a enfermedades asociadas.
"Lo más razonable es mantener la cautela y sostener el monitoreo, especialmente en los lotes que se siembren tarde", subrayó.
Ese entramado público-privado fue destacado como uno de los logros más relevantes del año. Según los organizadores, la construcción colectiva de conocimiento es la única vía para enfrentar un problema complejo, que no se limita a Uruguay y ya preocupa a toda la región.
A un año de su creación, la red deja claro que el desafío apenas comienza. Los datos generados hasta ahora aportan señales valiosas, pero también abren nuevas preguntas sobre la dinámica del vector y los escenarios futuros. Lo cierto es que, de cara a la próxima zafra, el achaparramiento del maíz seguirá en la agenda técnica y la Rumci será un actor clave para anticipar riesgos y orientar decisiones en el campo.