La República Dominicana se ha consolidado en 2025 como uno de los actores más sólidos en el comercio internacional de bananos orgánicos, y las expectativas para 2026 apuntan a un escenario aún más favorable. El sector se apoya en un entorno de estabilidad política, social y legal, que otorga confianza tanto a productores como a compradores internacionales.

En los últimos dos años, los agricultores dominicanos han dado pasos importantes en calidad, productividad y sostenibilidad, logrando recuperar impulso en un segmento altamente competitivo como el de la producción orgánica certificada y de comercio justo.

Un cambio destacado en la estructura productiva ha sido el tránsito progresivo de los pequeños agricultores hacia fincas independientes de mayor escala, con operaciones cada vez más industrializadas. Este modelo ha permitido garantizar volúmenes más estables y una calidad uniforme, aspectos clave para los mercados más exigentes.

Las inversiones recientes en tecnología de riego, infraestructura solar y sistemas avanzados de gestión también han contribuido a fortalecer la competitividad del país. A diferencia de otros orígenes, los exportadores dominicanos dependen menos del mercado spot, lo que se traduce en precios más predecibles y una oferta constante, factores altamente valorados en Europa, su principal destino.

Otro punto estratégico es la ventaja logística: los tiempos de tránsito más cortos hacia el Viejo Continente aseguran flujos comerciales eficientes, mientras que la condición de país ACP (África, Caribe y Pacífico) permite a la República Dominicana ingresar al mercado europeo con arancel cero.

Con la demanda global de frutas orgánicas en expansión, la República Dominicana se posiciona para mantener e incluso ampliar su rol como proveedor líder de bananos orgánicos, respaldada por certificaciones reconocidas, escala productiva y rutas comerciales ya consolidadas.