Sinaloa recorta 30% la superficie de tomate por aranceles y sequía
El estado, principal exportador de jitomate mexicano a Estados Unidos, recortará a 8.000 hectáreas la siembra en el ciclo otoño-invierno 2025-2026. Los nuevos aranceles, la falta de agua y la inseguridad presionan al sector hortícola.
El futuro del tomate sinaloense, uno de los cultivos insignia de la horticultura mexicana, enfrenta un escenario complicado en el ciclo agrícola otoño-invierno 2025-2026. Según la Confederación de Asociaciones Agrícolas de Sinaloa (CAADES), este año se sembrarán alrededor de 8.000 hectáreas, entre agricultura protegida y campo abierto, lo que significa una reducción del 30% frente a las 11.500 hectáreas de la temporada pasada.
La cosecha anterior dejó un volumen cercano a 800.000 toneladas, con un rendimiento promedio de 56 toneladas por hectárea, lo que confirma la relevancia de la entidad en el panorama nacional e internacional. Sin embargo, la actual coyuntura obliga a los productores a replantear su estrategia, ya que el cultivo se ha visto afectado por tres factores críticos: el arancel del 17,09% impuesto por Estados Unidos, la sequía persistente y la inseguridad en zonas rurales.
"Hay reducciones en la superficie, pero los productores hortícolas de Sinaloa van a sembrar tomate ajustándose al tema de los aranceles. La producción se mantendrá, aunque con un arranque un poco retrasado", señaló Jesús Rojo Plascencia, presidente de CAADES, al reconocer la presión que enfrenta el sector.
Exportaciones en riesgo y rentabilidad incierta
Hasta la temporada pasada, las exportaciones de tomate sinaloense a Estados Unidos alcanzaban un valor cercano a 1.200 millones de dólares, consolidando al estado como el mayor proveedor del mercado norteamericano. No obstante, el nuevo arancel, vigente desde el 14 de julio de 2025, pone en duda si Sinaloa podrá mantener esa posición o pasará a ser un competidor más en un mercado donde otros estados buscan ganar espacio.
El problema no se limita al comercio exterior. Aunque las presas del estado alcanzaron a finales de septiembre un almacenamiento superior al 46% de su capacidad, con más de 7.000 millones de metros cúbicos de agua, los agricultores enfrentan un desafío mayor: garantizar la rentabilidad de los cultivos en un contexto de costos de producción elevados, precios deprimidos y presiones externas.
La incertidumbre también se extiende al mercado laboral rural, dado que una menor superficie cultivada podría reducir la contratación de jornaleros agrícolas, que dependen de este cultivo como fuente clave de empleo temporal.
A nivel nacional, la importancia de Sinaloa sigue siendo central. En 2024, junto con San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco y Baja California Sur, concentró el 53,3% de la producción mexicana de tomate, equivalente a 2,1 millones de toneladas. La reducción de hectáreas en Sinaloa, por lo tanto, podría repercutir en el volumen de exportación total del país y en la oferta interna.
Los próximos meses serán decisivos para medir el impacto de esta caída en superficie sembrada y cómo la respuesta de Estados Unidos, los precios internacionales y las condiciones climáticas terminarán influyendo en un cultivo estratégico para México y para miles de familias productoras de Sinaloa.