En Sinaloa ya comenzaron las labores de preparación para la temporada hortícola 2025/26, luego de un ciclo 2024/25 que los productores califican como uno de los más complicados de los últimos años. La falta de precios adecuados para hortalizas clave como chiles y tomates impidió cubrir los costos de producción, dejando a muchos agricultores con pérdidas.

El presidente de la Asociación de Agricultores del Río Baluarte, Gonzalo Vizcarra Belderrain, explicó que, pese a haber obtenido buenos rendimientos y calidad en los cultivos, los precios se desplomaron y nunca repuntaron. "Tuvimos buenos rendimientos y calidad; lo que no hubo fue precio", señaló.

Los chiles picosos y tomates llegaron a venderse en apenas $1,00 a $1,50 pesos por kilo, muy por debajo del punto de equilibrio de $7 pesos por kilo que requieren los productores, considerando que los costos de producción por hectárea a cielo abierto oscilan entre 250.000 y 300.000 pesos. Solo en un breve periodo de tres semanas los chiles alcanzaron los $10 pesos, aunque ese repunte resultó insuficiente para salvar la temporada.

Vizcarra atribuyó la difícil situación a una combinación de factores: una economía debilitada que redujo la demanda, una sobreoferta de producto, los impactos de la violencia en el campo y la incertidumbre generada por los aranceles en mercados internacionales. "Nuestra economía no anda bien. Hemos visto problemas de demanda y sobreoferta. Pero estamos optimistas esta temporada, aunque la incertidumbre sigue", expresó.

La crisis de precios no solo golpeó a los agricultores, sino también a la economía regional, ya que la horticultura es una de las principales fuentes de empleo en Sinaloa. La falta de rentabilidad redujo la capacidad de generar puestos de trabajo en comunidades que dependen directamente de esta actividad.

De cara al nuevo ciclo, los productores se preparan con la expectativa de que el mercado muestre una mejor dinámica y que las condiciones externas permitan un mayor equilibrio entre oferta y demanda. Sin embargo, el optimismo está marcado por la cautela: las señales de recuperación económica aún son débiles y las presiones internacionales siguen generando incertidumbre en la planeación de las siembras.