El campo en movimiento: Alto Paraná acelera la siembra de soja con optimismo y cautela ante los precios y el clima
Con la mayor parte de los lotes implantados y condiciones favorables de humedad, los sojeros paraguayos inician la zafra 2025-2026 con expectativas altas de rendimiento, aunque persisten dudas sobre los valores internacionales y el impacto de La Niña.
La campaña de soja 2025-2026 en Alto Paraná, una de las principales zonas agrícolas de Paraguay, avanza con paso firme y señales de optimismo. A medida que se consolidan las labores de siembra, los agricultores destacan la buena implantación de los cultivos y las condiciones favorables que han acompañado el inicio del ciclo agrícola, aunque la incertidumbre por los precios internacionales y la posible influencia del fenómeno La Niña siguen generando cautela.
Según la Coordinadora Agrícola del Paraguay (CAP), filial Santa Rita, la siembra ya alcanza un 90 % de avance, cubriendo los polos productivos de Santa Rita, Naranjal, Santa Rosa e Iruña, mientras el 10 % restante espera la finalización de la cosecha de trigo para cerrar el ciclo. Para los referentes del sector, el arranque fue ágil y ordenado, con una humedad de suelo adecuada que favoreció la emergencia de las plantas.
"El inicio de la zafra fue muy positivo, los cultivos están respondiendo bien y hay buenas perspectivas de rendimiento", señaló Adir Lui, vicepresidente de la CAP Santa Rita, en diálogo con medios locales. Sin embargo, reconoció que los productores se mueven con prudencia, ya que la volatilidad de los precios de la soja y la inestabilidad climática aún generan preocupación.
"El desafío es mantener la inversión con precios que no garantizan márgenes claros. Si el clima se complica o los valores internacionales bajan, se pone en riesgo toda la rentabilidad del productor", advirtió.
Los mercados internacionales de granos vienen mostrando una tendencia a la baja desde mediados de 2024, presionados por altos niveles de stock en Estados Unidos y Brasil, y una demanda china más moderada. En este contexto, la soja paraguaya enfrenta el reto de mantener competitividad sin deteriorar los márgenes de los agricultores.
En paralelo, los pronósticos climáticos apuntan a una presencia moderada de La Niña, fenómeno que suele provocar déficit hídrico y altas temperaturas en el Cono Sur. Si bien las primeras lluvias acompañaron el arranque de campaña, los productores permanecen atentos a los posibles impactos sobre el llenado de granos en los próximos meses.
"El clima siempre es el factor más decisivo. Podemos tener genética y tecnología, pero sin agua no hay milagros", señaló Lui. Pese a esa advertencia, la adopción de nuevas variedades y el uso de insumos de precisión permiten mirar la zafra con cierta confianza. "Hoy la tecnología ofrece materiales que pueden superar los 5.000 kilos por hectárea. Con un año normal podríamos llegar a rendimientos de 4.800 a 5.000 kg/ha, lo que sería muy bueno para la región", agregó.
En materia de costos, el dirigente explicó que los insumos se mantuvieron relativamente estables, con un promedio de 450 dólares por hectárea, gracias a la baja en los agroquímicos y la disponibilidad de semillas adaptadas a distintas condiciones de suelo. Aun así, la ecuación económica no es sencilla: mientras el año pasado la soja se vendió a 430 dólares por tonelada, hoy no supera los 400 dólares, lo que deja márgenes ajustados frente al encarecimiento logístico y la presión tributaria.
"Los costos se sostienen, pero los precios de venta no acompañan. Lo mismo ocurre con el maíz y el trigo, cuyos valores actuales ni siquiera cubren el costo de producción. Es un equilibrio muy fino", enfatizó.
El sector confía en que el buen arranque de la zafra y las lluvias tempranas permitan consolidar una cosecha sólida. Alto Paraná, que concentra parte fundamental del corredor sojero del este paraguayo, sigue siendo un motor clave para la economía nacional. Sin embargo, los productores insisten en la necesidad de diversificar cultivos y mejorar la gestión del riesgo climático, dos temas que comienzan a ganar espacio en la agenda rural.
A pesar de las tensiones del mercado, el ánimo general es de prudente optimismo. La combinación de tecnología, experiencia y condiciones iniciales favorables mantiene viva la esperanza de una zafra rentable, aunque el clima y los precios seguirán marcando el rumbo de la principal oleaginosa del país.