Agricultores venezolanos reclaman más financiamiento para sostener la producción y reducir la dependencia externa
Los productores advierten que gran parte de los insumos agrícolas deben importarse y pagarse en divisas, lo que encarece los costos. Aunque se reporta crecimiento en cultivos como arroz, maíz, caña y café, la falta de créditos limita el potencial de expansión.
El sector agrícola venezolano atraviesa un momento de contrastes. Por un lado, se observa un repunte en la producción de rubros tradicionales como arroz, caña de azúcar, maíz y café. Por otro, los agricultores insisten en que la falta de financiamiento oportuno y suficiente sigue siendo uno de los principales obstáculos para sostener y ampliar esa recuperación.
En declaraciones recientes, representantes del sector advirtieron que la mayoría de los productores deben recurrir a su propio capital para continuar con las labores de siembra, ante la ausencia de líneas de crédito efectivas. Esto ha llevado a que muchos pequeños y medianos agricultores enfrenten serias limitaciones para acceder a insumos y tecnologías, reduciendo así la capacidad de expansión de las áreas cultivadas.
Costos dolarizados y dependencia externa
Uno de los problemas más señalados es que la mayor parte de los insumos agrícolas -fertilizantes, agroquímicos, semillas y maquinaria- no se produce en el país, lo que obliga a adquirirlos en el exterior. Como consecuencia, las operaciones agrícolas están fuertemente dolarizadas, lo que encarece los costos de producción y resta competitividad a los agricultores locales.
Los productores explican que la brecha entre los precios de venta en el mercado interno y los costos de producción dificulta obtener márgenes sostenibles. En algunos casos, la falta de financiamiento ha llevado a reducir las siembras planificadas o a sustituir cultivos de mayor costo por otros menos exigentes, afectando la diversidad de la oferta agrícola nacional.
A pesar de este panorama, se reconoce que la producción de varios cultivos ha mostrado un desempeño positivo en los últimos ciclos agrícolas. El arroz, la caña de azúcar, el maíz y el café registran aumentos de superficie y rendimiento, lo que refleja el esfuerzo de los agricultores por mantener la actividad, incluso en condiciones adversas.
Sin embargo, este repunte podría perder fuerza si no se asegura un flujo constante de créditos accesibles, especialmente dirigidos a la compra de insumos y al mantenimiento de equipos. El financiamiento es visto como la herramienta clave para consolidar el crecimiento y avanzar hacia la autosuficiencia alimentaria.
El reto de la seguridad alimentaria y las exportaciones
El acceso a financiamiento no solo impacta el abastecimiento interno, sino también la capacidad del país de incursionar en mercados internacionales. Los agricultores señalan que, con el apoyo adecuado, cultivos como el café, el cacao, el arroz y algunas hortalizas podrían incrementar su presencia en la exportación. Sin embargo, la falta de recursos impide alcanzar los volúmenes y estándares requeridos para competir en el comercio exterior.
En este sentido, la necesidad de políticas públicas que fortalezcan el crédito agrícola se vuelve urgente. Los productores insisten en que, sin un plan sólido de financiamiento, los esfuerzos individuales difícilmente podrán traducirse en una expansión significativa de la producción nacional.
La coyuntura actual muestra que la agricultura venezolana mantiene un potencial de crecimiento gracias al compromiso de sus productores, pero enfrenta un límite claro: la escasez de capital financiero. Con un mayor acceso a crédito, se podría ampliar la frontera agrícola, invertir en riego y mecanización, mejorar la productividad y reducir la dependencia de importaciones de alimentos e insumos.
Mientras tanto, los agricultores continúan apostando a mantener sus cultivos con recursos propios, en un escenario donde la volatilidad de los precios internacionales y la falta de financiamiento local se convierten en factores de riesgo. El futuro del campo venezolano dependerá de si logra encontrar los mecanismos financieros que permitan transformar la actual recuperación parcial en un proceso sostenido de crecimiento y competitividad.