El avance de la tilapia en República Dominicana: crecimiento sostenido con desafíos urgentes
La acuicultura dominicana apuesta a la tilapia como motor productivo, pero el sector enfrenta desafíos estructurales en sanidad, tecnificación y regulaciones. ¿Podrá sostener el ritmo de crecimiento sin un cambio de fondo?
Tilapia: el pez que impulsa el crecimiento acuícola en la isla
El sector acuícola de República Dominicana ha encontrado en la tilapia una fuente clave para su desarrollo productivo. Con una producción estimada de 6.000 toneladas anuales, esta especie representa la principal apuesta del país para diversificar su matriz agroalimentaria y reducir la dependencia de productos importados.
El consumo interno de tilapia ha crecido con fuerza, impulsado por su versatilidad culinaria, perfil nutricional y precio accesible. Además, la especie es ideal para sistemas de cultivo intensivo y adaptada a las condiciones climáticas locales, lo que la convierte en un pilar estratégico para el desarrollo rural y la seguridad alimentaria nacional.
Según datos del Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (Codopesca), existen 150 granjas acuícolas activas en el país, concentradas especialmente en provincias como Monte Plata, Dajabón y Azua. A esto se suman iniciativas de apoyo técnico y proyectos piloto que buscan modernizar la producción con tecnología y biotecnología, aunque aún persisten grandes desafíos.
Freno sanitario, legal y estructural: los retos que persisten
A pesar del crecimiento, la acuicultura dominicana enfrenta limitaciones estructurales que podrían poner en riesgo su consolidación. Uno de los principales problemas señalados por los actores del sector es la falta de un reglamento actualizado que regule de forma integral la producción, sanidad, comercialización y trazabilidad de los productos acuícolas.
A esto se suma la ausencia de un laboratorio nacional de diagnóstico sanitario, una debilidad crítica frente a enfermedades que pueden afectar los cultivos y generar pérdidas significativas. También preocupa la limitada disponibilidad de alimento balanceado especializado, lo que afecta directamente la eficiencia productiva.
La carencia de financiamiento flexible y la informalidad de muchos emprendimientos acuícolas agravan el panorama, haciendo que los productores operen sin acceso a seguros, asistencia técnica regular o certificaciones de calidad exigidas para exportar.
Aunque el país ha explorado oportunidades de comercialización externa, sobre todo hacia mercados del Caribe y Centroamérica, los problemas de trazabilidad y estándares sanitarios dificultan la llegada a destinos más exigentes como Estados Unidos o la Unión Europea.
Desde el sector privado y técnico se insiste en que la acuicultura puede convertirse en un motor económico sostenible, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la economía azul. Pero sin marcos normativos modernos y una política de Estado, su avance corre el riesgo de estancarse.