Ya rige el arancel del 15% de EE.UU. a productos ecuatorianos como banano, cacao y camarón
Banano, cacao y camarón dejan de tener ingreso libre al mercado estadounidense: ahora enfrentan una sobretasa que ya golpea a más de 2.000 empresas y pone en riesgo miles de empleos. El Gobierno ecuatoriano asegura que las negociaciones están en su fase final.
Desde hoy jueves 7 de agosto, entró en vigencia en Estados Unidos una sobretasa arancelaria del 15% para las exportaciones de productos ecuatorianos, una medida que afecta de forma directa a los sectores agrícolas y pesqueros más representativos del país. El ajuste, anunciado por la Casa Blanca el 31 de julio, suma cinco puntos porcentuales al arancel del 10% ya vigente desde abril, y permanecerá activo hasta que finalicen las negociaciones comerciales entre ambos gobiernos.
De acuerdo con la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), esta medida tiene un impacto transversal en todos los sectores exportadores del país, al tratarse de su principal socio comercial. Uno de cada dos productos ecuatorianos tiene como destino el mercado estadounidense, y más de 2.000 empresas exportadoras-la mitad del total nacional-dependen de esta relación. Además, alrededor de 300.000 empleos están directamente vinculados a estas operaciones.
La aplicación de esta sobretasa llega en un momento especialmente sensible, ya que hasta marzo de este año productos tradicionales como el banano, el cacao y el camarón ingresaban a Estados Unidos libres de aranceles. Hoy, estos productos estratégicos enfrentan un costo adicional del 15%, lo que compromete su competitividad frente a proveedores de otras regiones.
Impacto profundo en sectores clave y empresas exportadoras
Según cifras difundidas por Fedexpor, cada semana Ecuador envía a Estados Unidos productos no petroleros y no mineros por un valor promedio de 97 millones de dólares. El nuevo escenario arancelario amenaza con erosionar estos flujos, especialmente en segmentos sensibles que ya enfrentan desafíos logísticos, climáticos y de precios en los mercados globales.
Para los productos tradicionales, el impacto es directo y cuantificable. Pero la situación es aún más crítica para los productos no tradicionales, que no cuentan con estructuras consolidadas ni con márgenes de rentabilidad amplios para absorber el aumento de costos.
Desde el Gobierno, el ministro de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, Luis Alberto Jaramillo, reconoció la gravedad del contexto y señaló que Ecuador está negociando activamente con Estados Unidos. Indicó que se encuentran en la cuarta ronda de negociación, la cual estaría por cerrarse, y manifestó su expectativa de que el nuevo arancel pueda ser revertido en el corto plazo. "El impacto depende de cada producto, pero estamos haciendo todos los esfuerzos para encontrar una solución", sostuvo.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, la falta de un acuerdo inmediato implica que los exportadores deberán asumir el arancel de forma temporal, en medio de un entorno económico regional desafiante. La incertidumbre regulatoria se suma a las preocupaciones por los tratados de libre comercio, las condiciones logísticas y la estabilidad macroeconómica que enfrentan los países exportadores latinoamericanos.
Para Fedexpor, lo urgente es lograr una salida rápida que devuelva previsibilidad al comercio bilateral. El organismo insiste en que la actual medida es "transitoria, pero de alto impacto", y llama a profundizar las negociaciones técnicas para evitar que esta situación se prolongue y dañe la estructura productiva nacional.
La Federación también subraya que Estados Unidos es un destino insustituible para muchas cadenas productivas ecuatorianas, tanto por volumen como por trayectoria comercial. Una prolongación del arancel pondría en riesgo el empleo, la inversión y la estabilidad de numerosas zonas rurales que dependen directamente del comercio exterior.
Con el arancel vigente y las negociaciones aún sin cierre confirmado, el futuro inmediato de las exportaciones ecuatorianas queda condicionado al curso de los diálogos bilaterales. Mientras tanto, empresas, trabajadores y gremios enfrentan un nuevo escenario de tensión comercial que pone a prueba su capacidad de resiliencia y adaptación.