Brasil en vilo: EE.UU. impone arancel del 50% a frutas frescas y deja en jaque la temporada de mango
La fruticultura brasileña enfrenta su mayor desafío comercial en años tras el nuevo arancel estadounidense. El 90% de las exportaciones a EE.UU. queda afectado, justo al inicio de la cosecha de mango. El gobierno de Lula y productores exigen una respuesta urgente.
Estados Unidos sacudió el tablero del comercio agrícola internacional al anunciar la aplicación de un arancel del 50% sobre las importaciones de mango, uva y palta procedentes de Brasil, medida que entra en vigor este 1 de agosto y afecta directamente al 90% de los envíos brasileños hacia ese mercado, según informó Abrafrutas, la Asociación Brasileña de Exportadores de Frutas.
La decisión llega en plena temporada de cosecha de mango, con las exportaciones ya planificadas y listas para zarpar. "Todo estaba preparado: el espacio en el barco reservado, los envases comprados, los protocolos fitosanitarios en regla. Esta decisión nos deja sin margen de maniobra", señaló Luiz Roberto Barcelos, director institucional de Abrafrutas.
Exceso de fruta y temor al colapso de precios
Brasil esperaba exportar cerca de 70.000 toneladas de mango a Estados Unidos durante los próximos meses. Ahora, esa producción deberá redirigirse a mercados europeos o al consumo interno, ambos ya saturados. La consecuencia inmediata podría ser una caída brusca en los precios, que afectará toda la cadena de valor agroexportadora.
"Con un impuesto del 50%, nuestra fruta se vuelve inviable en EE.UU.", afirmó Barcelos, quien también advirtió que algunos productores evalúan no cosechar ante la falta de rentabilidad. Los costos logísticos superarían cualquier beneficio, generando pérdidas directas para los pequeños y medianos agricultores.
El impacto también alcanza a otros cultivos. La uva del Valle de São Francisco, cuya cosecha comienza en noviembre, queda ahora bajo una nube de incertidumbre. Y el proceso de apertura del mercado estadounidense para la palta brasileña ha quedado congelado, truncando años de trabajo sanitario y diplomático.
Reacción del gobierno y del sector
Desde Brasilia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue enfático: "Brasil no va a aceptar medidas unilaterales que perjudiquen a nuestros agricultores. Estamos activando todos los canales diplomáticos para restablecer condiciones de comercio justo".
Por su parte, el ministro de Agricultura, Carlos Fávaro, calificó la situación como una prioridad nacional. "La fruticultura es clave para el empleo y la seguridad alimentaria. No vamos a dejar solos a nuestros productores", afirmó.
La International Fresh Produce Association (IFPA) en Brasil, a través de Valeska Oleiveira Ciré, pidió preservar el diálogo: "Los consumidores estadounidenses también esperan seguir comprando fruta brasileña a precios competitivos. Estamos trabajando con ambos gobiernos para revertir la medida".
Crisis sin mercado alternativo
A diferencia de otros productos, la fruticultura tropical no cuenta con un mercado alternativo de igual escala que el estadounidense. Esto genera un riesgo sistémico: caída de precios, sobreoferta, interrupción de flujos logísticos y desequilibrios en los calendarios productivos.
El sector frutícola brasileño, que ha invertido en certificaciones, protocolos sanitarios y trazabilidad internacional, ve amenazada su competitividad global. En regiones del noreste brasileño -altamente dependientes de la exportación de mango y uva- la medida golpea directamente la generación de empleo y el ingreso rural.