Precio del pollo golpea bolsillos en el eje central de Bolivia
En Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, el costo del pollo se mantiene elevado, reduciendo el consumo y afectando las ventas en los mercados.
El precio del pollo continúa siendo un motivo de preocupación para comerciantes y consumidores en el eje central de Bolivia, donde la escalada sostenida ha reducido la demanda, alterado los hábitos de compra y generado tensiones en los mercados locales.
En el mercado Abasto Antiguo de Santa Cruz, el kilo de pollo se vende a Bs 21,50, mientras que un pollo entero de 2,5 kilos cuesta Bs 53. Aunque el precio es Bs 1,50 menor que el registrado el último fin de semana, sigue siendo alto en comparación con los Bs 17 por kilo de meses atrás. Esta diferencia ha llevado a que muchos compradores opten por llevar porciones más pequeñas o reduzcan la cantidad habitual de carne adquirida.
En Cochabamba, el kilo de pollo oscila entre Bs 22,50 y Bs 23,50, dependiendo de si se incluye o no menudos. "Han dejado de comprar las amas de casa, ahora llevan solo uno, nos reclaman, nos dicen muy caro, pero qué vamos a hacer, así nos llega igual a nosotros", lamentó una comerciante, explicando que los costos mayoristas se mantienen altos y no permiten reducir precios al consumidor.
En La Paz, el panorama no es muy distinto. El precio al por mayor se ubica entre Bs 22 y Bs 23, mientras que el consumidor final paga hasta Bs 24 o Bs 25. A esto se suma que otros productos de la canasta básica también han sufrido incrementos significativos, como el aceite, que pasó de Bs 18 a Bs 35 por litro, lo que aumenta la presión sobre el presupuesto familiar.
Factores detrás del encarecimiento
Según comerciantes y productores, el alto costo del alimento balanceado es uno de los principales motivos del encarecimiento. La subida de precios de granos como el maíz y la soya, esenciales para la alimentación avícola, ha repercutido directamente en el costo de producción del pollo.
Otro factor determinante es el incremento del costo del transporte, agravado por la escasez de diésel, que genera retrasos y encarece la distribución hacia los centros urbanos. En algunos casos, los transportistas deben pagar sobreprecios para garantizar el abastecimiento de combustible, lo que termina trasladándose al consumidor final.
Los comerciantes señalan que no se observan señales de una baja próxima en los precios. "No hay tendencia a bajar el precio, todo sigue caro", coinciden, advirtiendo que la situación podría extenderse si no se controlan los factores que influyen en la cadena productiva.
En este contexto, las amas de casa han reducido sus compras, priorizando cortes más pequeños o directamente optando por otras proteínas más económicas, como los huevos o la carne de cerdo. Este cambio en el patrón de consumo afecta directamente la rentabilidad de los vendedores y amenaza con provocar un estancamiento en el comercio minorista.
Perspectivas y posibles soluciones
Analistas del sector alimentario consideran que para revertir la tendencia será necesario implementar medidas que reduzcan el costo de producción, como el acceso a insumos más baratos o subsidios temporales para el transporte de carga.
Asimismo, se plantea la necesidad de mejorar la logística de distribución, garantizar el abastecimiento de combustible y fomentar acuerdos entre productores y comerciantes para estabilizar precios.
De no aplicarse soluciones concretas, el alto precio del pollo podría mantenerse a lo largo de los próximos meses, afectando no solo a los consumidores, sino también a la economía de los mercados locales en el eje central del país.