Golpe seco al Valle del São Francisco: el tarifazo de EE.UU. sacude a los productores de uva y mango
El 80% de las exportaciones de uva brasileña a Estados Unidos ocurren en el segundo semestre, justo cuando entra en vigencia el nuevo arancel del 50%. Entre incertidumbre y contratos en riesgo, productores hablan de "catástrofe regional".
En el corazón productivo del noreste brasileño, la fruticultura atraviesa su momento más crítico del año. Con la entrada en vigor, desde el 1° de agosto, del arancel del 50% impuesto por Estados Unidos a las importaciones de frutas frescas brasileñas -incluidas la uva y la manga-, los productores del Valle del São Francisco están en alerta máxima.
La medida llega justo en el inicio de la principal ventana de exportación de uvas del país, que se da entre las cosechas de California y Perú. Al menos el 80% de los envíos de uva brasileña a EE.UU. se concentran entre agosto y diciembre, según indican fuentes del sector. En ese marco, empresas, cooperativas y productores intentan redefinir estrategias mientras enfrentan cancelaciones, incertidumbre y una creciente sensación de que la situación podría derivar en una catástrofe regional.
"Estamos viviendo la peor época del año. El impacto del arancel es muy severo", asegura Joney Rodrigues, gerente de ventas y exportaciones de Special Fruit, con sede en Juazeiro (Bahía), una de las firmas líderes del rubro. La empresa cultiva más de 10 variedades en 1100 hectáreas, muchas de ellas patentadas y de alto valor agregado, que requieren pago de regalías y estrategias de marketing específicas para el mercado estadounidense.
"Estas variedades especiales son las más afectadas. No podemos redirigirlas fácilmente sin perder rentabilidad", afirma Rodrigues, quien ya está negociando con clientes para buscar salidas. Pero advierte: "Aunque se logre subir precios, los dos grandes perdedores serán el productor y el consumidor".
Desde la cooperativa Coopexvale, que produce uvas finas en 600 hectáreas, Cristhian Alfredo Díaz Jopia, gerente técnico, confirma que ya se analiza el desvío de parte de la producción a Inglaterra, Canadá, Argentina y el mercado interno. "Estamos evaluando volúmenes, pero el golpe es fuerte. Las uvas negras y rojas sin semilla, que los estadounidenses prefieren, ahora enfrentan una barrera que frena las negociaciones", señala.
La preocupación también alcanza a los exportadores de mango. Según Paulo Dantas, director de Agrodan -el mayor exportador del país, con 1300 hectáreas productivas-, redirigir embarques a Europa es una opción, pero ya se anticipa una baja de precios en ese mercado. "El costo se va a trasladar a la cadena. El productor pagará con descuentos, y el consumidor con un precio inflado. Nadie gana", lamenta.
La estructura de comercialización también se ve amenazada. Un productor de mango y uva, que prefirió no ser identificado, señaló que ya hay inspectores norteamericanos certificando plantas, pero "nadie quiere exportar si no hay garantías". En su caso, tomó un anticipo de divisas (ACC) y ahora no sabe cómo honrará sus compromisos. "Si esto no se revierte, puede que ni cosechemos", advierte.
El mercado interno, además, no puede absorber la producción prevista para exportación, sobre todo tratándose de uvas con alto valor agregado. La situación es tan crítica que algunos ya pronostican un impacto social y económico a gran escala: "Esto puede ser una catástrofe regional. La fruticultura es el motor de esta región", sostuvo el mismo productor.