Brasil y Filipinas avanzan en acuerdo para garantizar el comercio de productos animales pese a brotes sanitarios
Un pacto de "regionalización" permitiría que las restricciones se apliquen solo a zonas afectadas y no a todo el país, evitando frenos al intercambio comercial.
Brasil y Filipinas están a punto de cerrar un acuerdo de "regionalización" que permitirá mantener abierto el flujo de productos animales incluso ante brotes sanitarios, evitando la paralización total de las importaciones. Fuentes diplomáticas brasileñas en Manila confirmaron que el pacto está en su fase final y podría firmarse en el plazo de un mes.
Este mecanismo contempla que, ante la detección de enfermedades animales contagiosas, las restricciones comerciales se limiten a áreas específicas donde surja el brote, en lugar de aplicar un bloqueo general a todo el territorio del país exportador. El sistema es clave para prevenir disrupciones en el comercio internacional de carne, lácteos y otros productos pecuarios, sectores en los que Brasil es uno de los principales abastecedores mundiales.
Gilberto Fonseca Guimarães de Moura, embajador de Brasil en Filipinas, destacó que "la voluntad de ambas partes para sellar el acuerdo es clara, no hay objeciones y solo resta completar formalidades". Según el diplomático, la medida está alineada con las recomendaciones de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y busca armonizar los estándares internacionales en la región Asia-Pacífico.
Un marco que protege el comercio y la sanidad
Actualmente, cuando un país detecta un brote de una enfermedad animal de alto riesgo -como la fiebre aftosa, la peste porcina africana o la influenza aviar-, la práctica habitual es suspender las importaciones desde todo el territorio del país afectado. Este protocolo, aunque precautorio, genera consecuencias económicas significativas: contratos suspendidos, productos en tránsito retenidos y pérdidas para productores, exportadores y consumidores.
Con la "regionalización", en cambio, las restricciones se acotan exclusivamente a las zonas donde se detecta el brote, permitiendo que el resto del territorio continúe exportando. Esto reduce el impacto sobre las cadenas logísticas, evita la escasez de alimentos y preserva la competitividad de los países involucrados.
Para Brasil, el acuerdo con Filipinas tiene un peso estratégico. Además de ser el mayor exportador mundial de carne bovina, el país ocupa posiciones destacadas en carne de pollo, cerdo y lácteos. Filipinas, por su parte, depende en gran medida de las importaciones para abastecer su mercado interno, y Brasil se ha convertido en uno de sus principales proveedores.
La firma de este pacto no solo protegerá el comercio bilateral, sino que podría servir como modelo para otros países asiáticos, especialmente en el Sudeste Asiático, donde los brotes de enfermedades animales han impactado duramente en la última década.
El acuerdo también envía una señal positiva al mercado global: la posibilidad de aplicar medidas sanitarias más flexibles, sin renunciar a la bioseguridad, es vista por la industria como un paso hacia la modernización de las normativas comerciales.
Fuentes del sector exportador brasileño señalan que la medida podría replicarse con otros socios clave, como Vietnam, Malasia e Indonesia, donde las importaciones de proteína animal de Brasil han crecido de forma sostenida. Incluso, hay expectativas de que China, principal comprador de carne brasileña, pueda adoptar esquemas similares en el futuro.
En el plano agropecuario latinoamericano, este tipo de acuerdos abre la puerta a negociaciones más sofisticadas con Asia. Países como Argentina, Paraguay y Uruguay, que también exportan carne y lácteos a la región, podrían beneficiarse de marcos regulatorios que eviten cierres totales por brotes localizados.
En definitiva, el pacto Brasil-Filipinas no es solo un instrumento sanitario, sino también una herramienta de estabilidad comercial en un contexto donde la volatilidad y los riesgos sanitarios forman parte del escenario habitual. La expectativa es que el texto definitivo se firme en las próximas semanas, consolidando una relación bilateral que combina seguridad alimentaria, previsibilidad para los exportadores y confianza para los consumidores.