Europa se quedó sin manzanas y Chile tomó la delantera: cómo el país andino lidera las importaciones en la UE
El desplome de la cosecha europea abrió una oportunidad que Chile supo aprovechar con estrategia y volumen. El país lidera el ranking de abastecedores de manzana en la Unión Europea, en un contexto de caída productiva global.
Chile consolidó su liderazgo en el mercado europeo de manzanas, impulsado por un contexto de fuerte déficit productivo en la Unión Europea. La campaña 2024/2025 marcó una caída histórica de la producción europea, especialmente en potencias como Polonia, Italia y Francia, lo que abrió una ventana comercial que los exportadores chilenos no dudaron en aprovechar.
Chile encabeza el ranking de proveedores de manzanas al bloque europeo, superando a competidores tradicionales como Nueva Zelanda, Sudáfrica y Brasil. La posición se explica por una combinación de factores: una cosecha nacional consistente, buena calidad del producto, logística eficiente y acuerdos comerciales activos, que favorecen el ingreso fluido a mercados exigentes.
La baja oferta interna europea ha sido el motor principal del cambio. En 2024, la cosecha de manzanas en la UE cayó un 20% respecto al promedio de los últimos cinco años, debido a fenómenos climáticos extremos: heladas tardías en primavera, lluvias prolongadas en los momentos críticos del desarrollo del fruto y episodios de estrés hídrico que afectaron tanto volumen como calibre. Polonia, principal productor continental, fue uno de los más golpeados por esta situación.
En este contexto, Chile encontró una oportunidad estratégica para ampliar su participación en un mercado de alto valor, donde la demanda por fruta fresca, segura y con trazabilidad se mantiene firme a pesar de la inflación y las fluctuaciones económicas.
Chile gana volumen, valor y reputación en el mercado europeo
Los datos de exportación confirman el crecimiento: entre enero y junio de 2025, las exportaciones chilenas de manzana a Europa aumentaron un 18% interanual, con picos de demanda en destinos como Alemania, Países Bajos, España y Bélgica. Según fuentes del sector frutícola, la buena disponibilidad varietal, sumada a la eficiencia logística y la confiabilidad sanitaria, permitieron a las empresas chilenas responder de forma rápida y eficaz al vacío dejado por la producción europea.
A esto se suma un contexto cambiario favorable para las exportaciones del hemisferio sur, que mejoró la competitividad de la fruta chilena en mercados internacionales, justo cuando la UE elevó sus precios internos por la escasez de oferta local.
Los exportadores chilenos también aprovecharon el posicionamiento de variedades que se adaptan bien a las preferencias del consumidor europeo, como Gala, Fuji y Cripps Pink, consolidando su presencia en las góndolas y fortaleciendo acuerdos de largo plazo con distribuidores.
Por otra parte, el contexto de crisis climática global refuerza la necesidad de contar con proveedores alternativos y diversificados, capaces de garantizar abastecimiento estable aun frente a eventos extremos. Chile, con su estructura exportadora madura, sistemas de control fitosanitario certificados y logística moderna, se posiciona como un socio estratégico para el norte global.
De cara a los próximos meses, se espera que la tendencia continúe. La ventana de oportunidad se mantiene abierta mientras Europa busca reequilibrar su producción local, y los importadores valoran cada vez más la capacidad de respuesta, consistencia de calidad y cumplimiento que ofrecen los exportadores chilenos.
Este avance en el rubro manzanero refleja una estrategia comercial más amplia del agro chileno: apuntar a mercados de alta exigencia con fruta premium, sustentada en una trazabilidad robusta y estándares internacionales, incluso en contextos complejos.
La escasez en Europa se convirtió en una oportunidad para Chile. Pero más allá del contexto puntual, el liderazgo alcanzado pone de relieve la capacidad de adaptación y planificación del sector frutícola chileno, que ya comienza a mirar con interés otros mercados donde se anticipan desequilibrios productivos, como Medio Oriente o el sudeste asiático.