Cuba

China desplaza a Rusia como principal aliado económico de Cuba en un giro estratégico silencioso

Beijing refuerza su influencia con inversiones, créditos y respaldo energético, transformando el mapa de apoyos de la isla en medio de la crisis económica y la caída de la asistencia rusa.

Un cambio silencioso pero contundente está redefiniendo la geopolítica de Cuba. China se posiciona como el nuevo benefactor clave de la isla, desplazando progresivamente a Rusia, que durante décadas había sostenido la economía cubana a través de ayudas financieras, comercio y suministro energético. Esta transición ocurre en un contexto de profunda crisis económica cubana, caracterizada por el desabastecimiento, la inflación y la reducción de la capacidad de pago estatal.

Analistas señalan que Beijing ha intensificado su apoyo a La Habana con la entrega de créditos blandos, inversiones en infraestructuras estratégicas y acuerdos para el suministro de combustibles. Estas operaciones se concretan de forma discreta, sin la retórica política que caracterizaba los pactos cubano-rusos durante la Guerra Fría, pero con un efecto práctico mucho más potente sobre la estabilidad del gobierno cubano.

Entre los proyectos más destacados sobresale la modernización del puerto de Santiago de Cuba, financiada parcialmente con capital chino, así como acuerdos de provisión de buses eléctricos, paneles solares y fertilizantes. Además, empresas estatales chinas se han interesado en participar en la recuperación de refinerías y sistemas eléctricos, claves para sostener el consumo doméstico y la producción agroindustrial de la isla.

El retroceso de Rusia como sostén financiero de Cuba obedece, según expertos, a su propia situación económica debilitada por las sanciones internacionales y el desgaste militar en el conflicto de Ucrania. Esto ha forzado al Kremlin a recortar su capacidad de asistencia exterior, abriendo espacio a la expansión de la influencia china en Latinoamérica, donde Beijing ya mantiene alianzas fuertes con otros países como Venezuela y Nicaragua.

Productores agropecuarios y sectores industriales cubanos ven con esperanza la llegada de respaldo chino, en especial ante la falta de fertilizantes y repuestos que venía afectando la producción alimentaria y la industria local. Los agricultores, en particular, confían en que la cooperación con China les proporcione insumos, tecnologías y créditos accesibles que ayuden a mejorar la productividad, deteriorada por años de crisis estructural.

No obstante, algunos observadores advierten que la creciente dependencia de la isla respecto de Beijing también encierra riesgos. La presencia china se sustenta en intereses geopolíticos y estratégicos de largo plazo, y podría profundizar la pérdida de autonomía de Cuba en la definición de su modelo económico, a cambio de recibir inversiones vitales.

Desde el gobierno cubano, la narrativa oficial apunta a presentar la relación con China como una "asociación estratégica de mutuo beneficio", evitando dar la imagen de sustitución de un tutor por otro. Sin embargo, los flujos de recursos, equipos e inversiones hablan por sí solos: China ya es hoy el pilar más sólido de la economía cubana, ocupando el lugar que Rusia va dejando vacante.

Para la población cubana, este viraje se traduce en expectativas moderadas de alivio, principalmente en áreas sensibles como la alimentación, la energía y el transporte público. Aun así, persisten desafíos estructurales como la baja productividad, la falta de divisas y las restricciones del embargo estadounidense, que limitan el despegue de la economía.

El desembarco silencioso de China en Cuba configura un nuevo tablero regional, donde la isla se convierte en pieza clave de la estrategia asiática para expandir su presencia en el Caribe y América Latina. La historia de dependencia con la antigua URSS parece repetirse con otro actor, aunque en un contexto global muy diferente, marcando un cambio de época para la política exterior y económica cubana.

Agrolatam.com
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