China habilita importación de sorgo brasileño y golpea al mercado de EE.UU.
Pekín aprobó oficialmente el ingreso de sorgo de Brasil. La medida refuerza la relación bilateral y amenaza el liderazgo estadounidense en un mercado estratégico.
China dio luz verde a la importación de sorgo brasileño, un paso que podría redefinir el mapa mundial de este grano. La confirmación llegó de parte de Eduardo Porto Magalhães, coordinador de inspección y certificación fitosanitaria del Ministerio de Agricultura de Brasil, quien adelantó que los primeros embarques podrían salir hacia el gigante asiático en un plazo de 60 días. Hasta ahora, Estados Unidos era el proveedor dominante de sorgo para el mercado chino, pero las tensiones comerciales entre Washington y Pekín, acentuadas por los aranceles impulsados durante la administración de Donald Trump, deterioraron esa relación y abrieron el camino para que Brasil ganara terreno en un rubro donde no tenía peso.
El giro responde a una estrategia política y comercial de largo plazo. Durante la visita de Xi Jinping a Brasilia en noviembre de 2024, ambos gobiernos anunciaron su intención de profundizar la cooperación agrícola. Esa intención se tradujo en hechos concretos a comienzos de agosto, cuando una delegación china recorrió campos de sorgo en Brasil y mantuvo reuniones con productores locales. El paso definitivo llegó ahora, con la carta oficial de la Administración General de Aduanas de China (GACC), en la que se habilita al sorgo brasileño como producto elegible para exportación. A partir de esta decisión, Brasil debe completar el registro de empresas exportadoras y productores, un proceso que ya inició y que será validado por las autoridades chinas.
En Estados Unidos, la reacción fue inmediata. Craig Meeker, productor de Kansas y expresidente de la National Sorghum Producers, reconoció la preocupación por el avance de Brasil. "Hemos pasado 15 años construyendo una relación con China como proveedor confiable, y esto podría ser devastador para nuestro mercado", advirtió. Los datos oficiales son contundentes: en los primeros siete meses de 2025, las exportaciones estadounidenses de sorgo a China fueron de apenas 82.323 toneladas, una caída del 97 % frente al mismo período del año anterior, según estadísticas de la Oficina del Censo de EE.UU.
En paralelo, Brasil duplicó su producción de sorgo en pocos años. La Conab informó que la cosecha 2023/24 alcanzó 4,4 millones de toneladas, el doble de lo registrado en campañas recientes. Aunque su participación en el comercio internacional de sorgo aún es mínima, inferior al 1 %, la posibilidad de acceder al mayor comprador mundial cambia el panorama para el cultivo. Productores locales ya anticipan que la demanda china incentivará nuevas siembras y consolidará al país como un jugador de peso. Pedro Ottoni, productor y director de la Alianza Internacional del Maíz, fue categórico: "El interés de China en nuestro sorgo impulsará aún más la siembra en Brasil. Nos vamos a destacar en la producción mundial".
El impacto del acuerdo va más allá del negocio puntual del sorgo. Forma parte de la estrategia de China de diversificar proveedores y reducir la dependencia de Estados Unidos en granos estratégicos. En soja, Brasil ya desplazó a EE.UU. como principal abastecedor. En maíz, también crece su participación. Ahora, con el sorgo, la tendencia se consolida. Para Washington, cada movimiento en esa dirección implica menos ingresos para sus agricultores y más presión política en regiones rurales que dependen del comercio exterior.
La apertura del mercado chino para el sorgo brasileño también marca un cambio en el equilibrio global de granos. Aunque los volúmenes iniciales puedan ser limitados, el hecho de contar con la habilitación fitosanitaria abre un horizonte de crecimiento sostenido para Brasil. La capacidad de producir más, sumada a la voluntad política de estrechar vínculos con Pekín, lo posiciona como un socio confiable en un momento en que Estados Unidos atraviesa una caída histórica en sus ventas hacia ese destino.
En un contexto global donde la competencia por mercados es cada vez más intensa, el movimiento refuerza el rol de América del Sur como proveedor agrícola estratégico de Asia. Para China, significa mayor seguridad alimentaria y más influencia en su relación con los países productores. Para Brasil, es la oportunidad de diversificar su canasta exportadora y consolidar su perfil de potencia agroindustrial. Y para Estados Unidos, la confirmación de que la disputa comercial con Pekín tiene consecuencias directas en el terreno agrícola, con pérdidas que podrían ser difíciles de revertir.